El bautismo del señor Jesús y nuestro bautismo

Por medio de nuestro Bautismo recibimos nuestra identidad como discípulos de Jesús.
Por medio de nuestro Bautismo recibimos nuestra identidad como discípulos de Jesús.

La Solemnidad de este domingo, nos presenta el tema del Bautismo del Señor Jesús.

INTRODUCCIÓN

La Solemnidad de este domingo, nos presenta el tema del Bautismo del Señor Jesús, que encierra muchas enseñanzas de acuerdo a la revelación divina y el plan de la salvación en la plenitud de los tiempos. Este bautismo es para Cristo como su carta de presentación e identidad, luego de haber entrado con su encarnación en el mundo para salvarlo, como Mesías totalmente entregado a su Padre con la fuerza, gracia y sabiduría del Espíritu Santo. Asimismo el bautismo de los cristianos, prefigurado en el de Jesús y nuestra participación en él con  su consecuencia inmediata: nuestra adopción filial por Dios, constituyen  también nuestra “carta de presentación” e identidad como discípulos de Cristo, es decir, que tocamos la realidad de nuestras raíces cristianas a las que debemos volver siempre y continuamente a lo largo de nuestra existencia en la tierra y abiertos a conseguir y conquistar nuestro destino final en la casa de Dios, nuestro Padre en el cielo. Pasemos ahora a la parte doctrinal de nuestra homilía y poder sacar aplicaciones prácticas para nuestro testimonio y misión cristianos en la Iglesia y para el mundo con todas sus circunstancias tan complejas que capamos en nuestra cultura humana de estos tiempos que nos han tocado vivir con la gracia divina y nuestro compromiso cristiano en el mundo de hoy.

IDENTIDAD DE JESÚS COMO MESÍAS E HIJO DE DIOS

En los textos bíblicos de nuestra eucaristía de esta solemnidad, con la aportación de varios testimonios sobre Cristo, podemos apuntar algunos rasgos fundamentales, sin agotarlos, acerca de su rica personalidad, que se manifiesta ya en su bautismo por Juan Bautista en las aguas del río Jordán. En primer lugar, el profeta Isaías del antiguo testamento, describe los rasgos y el programa de acción, del Siervo elegido por Dios Padre, a saber: manso, paciente, fiel y tenaz en la obra de la justicia; él es alianza de su pueblo, luz de las naciones y libertador de cuantos sufren (1ª.-lect.). Precisamente la liturgia de hoy aplica este rico texto a Cristo, el nombre de Dios sustituye al de siervo. En segundo lugar, el apóstol Pedro en los principios de la Iglesia, da testimonio de Jesús de Nazaret como el Ungido, Mesías, Cristo de Dios con la fuerza del Espíritu Santo y resume el despliegue de su actividad mesiánica, al decir: “Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con él” (2ª lect.).

 

Pero sobre todo en la lectura evangélica, en gradación ascendente, se da el más sublime testimonio sobre Jesús por parte de Juan el Bautista, el Espíritu Santo y el Padre. Cuando Juan el Bautista bautizaba con agua en el río Jordán y en señal de arrepentimiento sincero de los pecados cometidos, ve llegar a Cristo, sin pecado, puro e inocente, que se pone en fila humildemente entre los hombres y mujeres que deseaban recibir el bautismo de parte de Juan. Apenas acabado de recibir Jesús el bautismo de Juan, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo en forma de paloma, descendió sobre Jesús, mientras se oyó la voz del Padre eterno: Éste es mi Hijo amado, el preferido y objeto de mis complacencias a quien todos los hombres deben escuchar y asumir sus palabras de redención y salvación de los pecados y de la muerte eterna. De esta manera,  el Padre Dios consagra y envía a su Hijo amado hecho hombre, para que llegue a ser: Profeta que anuncia con su Palabra el Reino de Dios y lo instituye; Sacerdote santificador y liberador de los pecados y de las insidias diabólicas y Pastor de su Pueblo haciéndose para él: camino, verdad y vida y desde luego Mediador entre Dios y los hombres salvados y redimidos.

TOMAR CONCIENCIA DE NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA, OTORGADA POR DIOS, UNO Y TRINO, EN NUESTRO BAUTISMO CUYA FUENTE, PRINCIPIO Y PARTICIPACIÓN, ES EL BAUTISMO DE JESUCRISTO

Los cristianos por voluntad divina, por medio de nuestro bautismo, recibimos nuestra identidad como discípulos y seguidores de Jesús, estando por eso mismo, llamados a dar testimonio de nuestra fe cristiana y católica. Expongo aquí y ahora, elementos de esa identidad a partir y de saber que nuestra identidad cristiana se consigue y se desarrolla, teniendo como fuente y origen el bautismo de Jesucristo, por el cual recibimos en primer lugar nuestra configuración con él y su obra de salvación por el amor al mismo Dios y a nuestros semejantes. Este amor divino participado nos configura en primer lugar con Cristo Profeta para anunciar la buena nueva del Reino de Dios con palabras, pensamientos y obras; es el Evangelio de la vida nueva en la tierra y para el más allá. En segundo lugar, nuestra identidad cristiana se manifiesta como santificadores y colaboradores de Cristo Santo, santificándonos con la gracia que se nos da a través del mismo bautismo y ser cooperadores con el Señor, para que los hermanos que acepten esta identidad, se santifiquen y crezcan en el testimonio de amor, fraternidad, justicia y servicio para nuestros semejantes, especialmente con los más necesitados y desamparados en este mundo. Es ser gratos a los ojos de Dios y en su presencia, cumpliendo con esto la voluntad divina que nos santifica y nos dignifica en la comunión eclesial y para su crecimiento en nosotros y en los demás, a cuyo servicio estamos llamados con el ejemplo magnífico de Jesús, quien no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida por todos. Y por último, nuestro bautismo nos asemeja a Cristo, el Buen Pastor, quien no dudó en dar la vida por todos los hombres, rescatándolos de la corrupción pecaminosa y con su Palabra de Pastor seguirlo para que seamos auténticos seguidores del Señor como ovejas de su rebaño y tener vida en abundancia que él consoladoramente nos ofrece a todos los que escuchan su voz de Pastor y ser conducidos por su camino, verdad y vida.

CONCLUSIÓN

¡Y ahora, puestos en la presencia de Dios, Uno y Trino, quien nos asume en su amor trinitario de bautizados, pidámosle humildemente nos configure con las exigencias cristianas de nuestro bautismo en el suyo, para ser heraldos de su evangelio en todo momento de nuestras vidas; santificados y santificadores con la gracia abundantísima de su amor por nosotros que nos santifica y aumenta siempre nuestra identidad como cristianos y ser con nuestra vida y testimonio coherente, pastores de amor y entrega a impulsos de su amor abundante como Buen Pastor y que siempre, para el tiempo y la vida eterna futura, nos asista, con la fortaleza y la alegría de vivir ahora esperando nuestra feliz resurrección con él, por él y en él, en la Iglesia y para el mundo!

Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Obispo Emérito de Zacate




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