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Parece poco, pero es mucho

Peña Nieto no siente lo duro sino lo tupido, el presidente de Francia  de 2007 a 2012, Nicolás Sarkozy es detenido y acusado de recibir dinero ilegal para su campaña electoral. Pocas horas después renuncia  el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski perseguido por la sombra de los sobornos de Odebrecht.  Como se recordará,  el dueño … Leer más

Redacción Zacatecas
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22 de marzo 2018

Peña Nieto no siente lo duro sino lo tupido, el presidente de Francia  de 2007 a 2012, Nicolás Sarkozy es detenido y acusado de recibir dinero ilegal para su campaña electoral.

Pocas horas después renuncia  el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski perseguido por la sombra de los sobornos de Odebrecht. 

Como se recordará,  el dueño de esa trasnacional brasileña declaró en tribunales que entregó varios millones de dólares al tesorero de campaña del propio Peña Nieto cuando apenas era candidato presidencial.

Lo sucedido en Francia y en Perú  resalta la ausencia de Estado de Derecho en nuestro México toda vez que en el país nada se hace a ese respecto. Sin embargo, lo anterior no significa que no estemos ante la fase final del ciclo neoliberal que tuvo como punto de arranque el ascenso de los tecnócratas con Miguel de La Madrid y que desplazó del poder la corriente ideológica de la Revolución Mexicana.

Hasta donde va el proceso sucesorio existen dos caminos: “continuidad de las reformas estructurales” o “reforma de las reformas”.

La continuidad la ofertan, con matices, Meade, Anaya y Margarita Zavala, la reforma a las reformas la encarna Andrés Manuel López Obrador.

No se quiere significar con lo anterior que entre los dos caminos no existan diferencias profundas, lo que es preciso enfatizar que no estamos eligiendo entre capitalismo o socialismo, globalización o nacionalismo autárquico, tan es así que esta vez los varones del dinero no juegan en el mismo lado, algunos hacen suya la candidatura de Meade principalmente y otros no menos poderosos que los anteriores juegan vehemente y abiertamente por López Obrador, será hasta julio cuando sepamos si Andrés Manuel se alza con la victoria con la ventaja de quince puntos en el arranque o si Meade logra remontar (soy un convencido que Anaya malogró su oportunidad y que Margarita Zavala compite sin expectativa de ganar).

 

Los nervios están de más

Gane López Obrador o gane Meade, habrá libre comercio  y economía de mercado, con cualquiera de los dos seguirá la autonomía del Banco de México, con cualquiera de los dos habrá inversión pública conjugándose con inversión privada, se explica la participación en ambos bandos electorales de perfiles altamente relacionados con los núcleos de poder contemporáneos, si Meade puede ostentar la simpatía de banqueros e industriales, Andrés Manuel  ostenta  igual convocatoria entre figuras relevantes del sector privado y hasta con una contundente presencia en el ITAM y demás instituciones de formación de élites.
 

Así expuesta la perspectiva, pareciera que no hay cambios en el horizonte mexicano, pero muy por el contrario, soy de los convencidos que nos encaminamos a un cambio muy profundo, plagado de desafíos, pero inevitable, sea  la victoria de Meade, el conservador, o de Andrés Manuel,  que propugna  reformar la vida en México.

Los cambios que se perfilan proceden de la dinámica de las sociedades contemporáneas entrelazadas por la comunicación global e instantánea que genera acompañamientos transfronterizos  como el que cobijó la rebelión indígena del EZLN,  cuando los activistas europeos, norteamericanos y de todas partes bloquearon la furia represiva de una derecha que se sintió humillada con la marcha y el discurso de la comandante Ramona en los escenarios del poder republicano, haciendo tragar saliva al fanfarrón de Vicente Fox.

Hoy, México arranca lágrimas en la juventud de otros países  con los horrores de Ayotzinapa, las historias de desapariciones forzadas, de decapitados y desmembrados, de “cocinados en ácido”,  las masacre de San Fernando y de Allende, Coahuila.

México, o mejor dicho, el régimen de Peña Nieto, genera oleadas de indignación porque denuncias van y denuncias vienen y Rosario Robles se ufana de que contra ella no hay,  que la estafa maestra no tiene en prisión a nadie, que las pensiones del ISSSTE se usan para intentar evitar el naufragio de un consorcio, que los cuerpos policíacos son utilizados por el hampa.

Que nos rija el Derecho

La presión social  pesa  en contra de la enorme podredumbre de empresarios y políticos que han sido ganones ilegítimos  del ciclo  neo-liberal.

 En esa indignación confluyen los ciudadanos de a pié y los dueños de las grandes minas extorsionados por el crimen organizado, los que sufren los saqueos de sus envíos por trenes y tráileres experimentan la misma impotencia de los que sufren robos domiciliarios  y también están gritando que ya basta, que es hora de que nos gobierne la ley, como en Francia  o el Perú, Guatemala y Honduras.

 Que  ya, desde ahora, se aplique la ley a los poderosos que delinquen, como el brasileño Odebrecht o el Francés Sarkozy.

Que al gobernante lo podamos quitar y encarcelar cuando delinca. Parece poco pero es mucho.

Nos encontramos el lunes en El Recreo

Imagen Zacatecas – J. Luis Medina Lizalde

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