Pánico en Los Pinos

La  ofensiva jurídica contra Ricardo Anaya de las últimas semanas confirman la imposibilidad de una alternancia pactada como la que auspició Ernesto Zedillo con Fox, fallaron los cálculos  de los que veían al candidato de la alianza de los protagonistas del Pacto “Por México” como el “Plan B” en el previsible caso de que el … Leer más

La  ofensiva jurídica contra Ricardo Anaya de las últimas semanas confirman la imposibilidad de una alternancia pactada como la que auspició Ernesto Zedillo con Fox, fallaron los cálculos  de los que veían al candidato de la alianza de los protagonistas del Pacto “Por México” como el “Plan B” en el previsible caso de que el PRI  pagara el costo de los males agravados durante la gestión de Peña Nieto, el grupo Atlacomulco opera la ruta de hacer todo lo legal e ilegal para impedir que la Presidencia de la República caiga en manos del puntero Andrés Manuel López Obrador o de quien permanece firme en el segundo lugar de la contienda, inclusive, si lo juzgan  necesario, pueden sustituir a Meade pero por uno de los de adentro ¿Aurelio Nuño, Videgaray?  Ni siquiera optarían por un priista ortodoxo tipo Manlio Fabio.

Las razones de tal empeño del grupo gobernante saltan a la vista: tan solo los dictámenes divulgados de la Auditoría Superior de la Federación de cuentas públicas del agonizante sexenio aportan elementos sobrados para ver en tribunales y tras las rejas a la élite político- empresarial del sexenio y si eso fuera poco, las evidencias incriminatorias en paraísos fiscales y procesos judiciales de repercusiones internacionales como el de la Mega Constructora Odebrecht, sumados a la existencia de muchos testigos “peligrosos” en prisiones mexicanas y extranjeras que formaron parte del poder, mismos que una vez que  no se sientan en grave riesgo, podrán “soltar la sopa” y no dejar títere con cabeza con tal de aliviar en algo su situación y la de sus familias.

Se advierte una gran hipocresía de muchos de los que hasta ahora “descubren” lo que elegantemente llaman “uso faccioso de las instituciones” como si no fuera el pan de cada día desde hace muchos años, lo que sucede es que su militancia oculta a favor de quien veían como el “Plan B” se ha quedado sin asidero, la vida les enfrenta a la circunstancia opositora real, el territorio de la oposición “correcta y legitimadora”  se les achicó.

 

Concertaciones del PRIAN

La historia mundial está plagada de alternancias pactadas legítimas, pero en el caso mexicano las que la historia registra se produjeron en lo oscurito, aún viven los dos iniciadores del ciclo de este tipo de alternancias cuestionables, Carlos Salinas De Gortari y Diego Fernández de Cevallos, su primer macro acuerdo fue la consumación del fraude de 1988, la quema de boletas, el “triunfo” electoral del Ernesto Ruffo en Baja California reconocido por el PRI antes del inicio del conteo de votos y luego vino la anulación de la victoria priista de la gubernatura de Guanajuato para nombrar a un interino  todo el sexenio, sin llamar a nuevas elecciones y obligando a la mayoría parlamentaria priista a votar por un panista que gobernó la totalidad del tiempo sin pasar por las urnas, se eliminó de la Constitución el impedimento para que Fox fuera candidato a la presidencia  y lo demás ya se sabe.

Un PRI capturado por los tecnócratas lo privó de su esencia popular al dar por concluido el ciclo histórico de la Revolución Mexicana sin cumplir sus metas esenciales, tal mutación lo acercó a un PAN que ya para entonces había sufrido la deserción de Manuel Gómez Morín y otros fundadores que lo vieron entregarse a intereses de élites empresariales en deterioro de sus principios, pero del daño mayor fue la descomposición moral interna que ha sido denunciada una y otra vez por personalidades de gran respetabilidad en ese espectro ideológico, el período del PRIAN ha sido devastador para ambas instituciones políticas y desde el Pacto “Por México” tal hecatombe moral incluye al PRD.

                   

Juntos hasta la ignominia                           

Con esos antecedentes se explica la formación de la expectativa de que Anaya fuera el “Plan B” una vez que se evidenciara que el PRI sufriría las consecuencias de los “gasolinazos”, secuestros y  ejecuciones, desempleo y empleo precario, abatimiento generalizado de los niveles de calidad de los servicios públicos y los escándalos semanales de corrupción con los que se llenan los espacios noticiosos de México y el mundo, pero los que así pensaron leyeron mal la dinámica política, debieron saber que si Peña Nieto escogió al de menos potencial electoral no  porque estuviera entregando la plaza sino porque necesitaba a quien le diera certidumbre de que no le amargaría la vida con la aplicación de la ley una vez que deje la presidencia.

En ese sentido escogió bien, Meade  rechaza hasta ahora cualquier deslinde aunque sea de boca para afuera.

La guerra sucia es vieja contra López Obrador y nueva contra Anaya

¿Y si les falla, que más intentarán?

Nos encontramos el jueves en El Recreo.

Imagen Zacatecas – J. Luis Medina Lizalde