Sonidos de muerte

En una calurosa noche de verano Sandra se recostaba para dormir. Sus papás lo habían hecho hacía un par de horas; pero cerca de la medianoche, el clima le impedía conciliar el sueño, además de la luz que provenía de  la sala, donde su hermana hacía una videollamada. Esa noche se iba a la cama … Leer más

En una calurosa noche de verano Sandra se recostaba para dormir. Sus papás lo habían hecho hacía un par de horas; pero cerca de la medianoche, el clima le impedía conciliar el sueño, además de la luz que provenía de  la sala, donde su hermana hacía una videollamada.

Esa noche se iba a la cama después de leer en las noticias sobre varios hechos delictivos que se desarrollaron en la zona donde ella vive, el que más le conmocionó fue el asesinato a sangre fría de un taxista.

Apenas unos minutos después de la medianoche escuchó a unos hombres “borrachos” gritando en la calle y enseguida se oyó el típico ruido que hacen los autos cuando frenan de repente.

 

Invadidos por el miedo

Apenas un par de segundos después, dos truenos retumbaron en la larga calle; luego varias descargas de arma de fuego se escucharon frente a su casa seguidas por un silencio sepulcral.

¿Son balazos? Se preguntó y después las ráfagas de cuerno de chivo confirmaron sus pensamientos.

Mientras descargaban las armas frente a su hogar, lo primero que hizo fue preocuparse por su hermana, quien estaba justo en el lugar donde ocurrió la agresión, al desplazarse por un pequeño pasillo vio a su hermana tirada boca abajo en la habitación y con señas le dijo estar bien.

Nunca supo cómo su hermana le hizo para apagar las luces y tirarse al suelo.

Invadidos por el temor y la confusión, los padres se levantaron y entre susurros se preguntaban qué estaba pasando, pues frente a su casa se escuchaban las voces de, al menos, dos hombres.

El padre, al ver a su esposa y sus hijas aterradas por la situación pensó en “ir a correr los hombres”, pero sus hijas lo abrazaron de la pierna y le pidieron que no fuera, porque no sabían lo que ocurría.

Asustada, la familia se refugió detrás de muebles y en la zona más alejada de la puerta.

Cuando notaron que el vehículo se retiró, se asomaron tímidamente por la ventana y vieron que en la banqueta había lo que parecían huellas de una llanta y cómo era de madrugada no se animaron a salir y ver qué era lo que ocurría.

El teléfono de la casa sonó, por lo menos 10 veces, eran los vecinos preguntando si estaban bien, porque al igual que ellos escucharon el hecho, pero nadie se atrevió a asomarse; menos, a salir a mirar.

A las 6: 30 de la mañana, la madre se levantó para barrer la calle, pero apenas al abrir la puerta entró de nueva cuenta a la casa tremendamente impactada por lo que había visto.

 

Escena macabra

La fachada de la casa estaba completamente baleada y los proyectiles, se habían percutido habían atravesado a algunas habitaciones, pero en la calle, el escenario era terrorífico.

Había restos de cerebro, carne, piel y mucha sangre; las huellas que parecían haber sido de neumáticos eran los últimos rastros  corpóreos de alguien, pero no había un cadáver, solo lo que quedó de la escena que, aterrada, la familia había escuchado la noche anterior.

Lo que la familia hizo fue llamar a las autoridades, quienes acordonaron la zona y abrieron la carpeta de investigación.

Asumieron que quizá la persona a la que habían matado caminaba por su calle, mientras los asesinos lo mataron luego de discutir; las razones nunca se sabrán.

Hasta la fecha, tanto la familia como los vecinos ignoran qué ocurrió. Lo único que saben es que afuera de su casa mataron a alguien de una forma cruel y despiadada convirtiendo el lugar en algo parecido a un rastro.

A pesar de todo lo que se decía en las noticias, cayeron en la cuenta de la maldad y perversidad del ser humano al ver cómo una vida había sido reducida a nada, solo a pedacitos de un cuerpo.

Con el tiempo, la vida para la familia transcurrió con normalidad, aunque el sonido de los cohetes asustaba a las jóvenes, pero aún se preguntan si habrá alguien llorando a esa persona a la que le fue arrebatada la vida y si sabrían que había muerto o si guardaban la esperanza de volverlo a ver, pues sus asesinos se llevaron su cuerpo. Solo quedaron restos de sesos y piel.

Imagen Zacatecas – Lilith Rivera