Operan sin permisos centros de rehabilitación

En Zacatecas operan centros de rehabilitación sin alguna verificación que ponen en riesgo a las personas que se internan para dejar las adicciones. Estos lugares conocidos como anexos ofrecen una solución al problema de las adicciones, pero el internamiento se puede convertir en un infierno para el paciente. Heladio Verver, regidor y coordinador del Consejo … Leer más

En Zacatecas operan centros de rehabilitación sin alguna verificación que ponen en riesgo a las personas que se internan para dejar las adicciones.

Estos lugares conocidos como anexos ofrecen una solución al problema de las adicciones, pero el internamiento se puede convertir en un infierno para el paciente.

Heladio Verver, regidor y coordinador del Consejo Municipal Contra las Adicciones en el municipio de Zacatecas (Comcazac), afirmó que hay centros de internamiento que están operando sin autorización.

“Estos centros se convierten en trampas de muerte, donde las personas van meten a sus hijos y regresan para verlos enfermos, dañados o incluso muertos”, aseguró.

Dijo que dentro de las acciones de la Comzac se tiene planeado realizar verificaciones para saber cuántos lugares están autorizados para ofrecer tratamientos con internamiento.

Una historia de terror
Imagen platicó con Manuel P,  un joven zacatecano de 25 años que estuvo internado por 2 meses en el centro  Centro de Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (CRREAD) Ubicado en la colonia Francisco E. García.

Ingresó por el desmedido consumo de alcohol al que estaba habituado, el cual también lo llevó a consumir marihuana y tachas.

“El internarme fue una decisión propia y familiar, porque ya me valía todo, nada me importaba y solo pensaba en el vicio”, recordó.

El tiempo de internamiento es de tres meses pero él salió en dos por buena conducta y su madre lo sacó porque vio “un cambio”.

Manuel explicó que la rutina consistía en levantarse a las 6:30 de la mañana para tender tu cama o colchoneta, después se hacia 45 minutos de ejercicio para pasar al desayuno.

El almuerzo consistía en un “licuado” de agua con alguna fruta y una pieza de pan duro.

La comida no era nada agradable, había ocasiones donde solo calabaza con zanahoria  y agua, frijoles y arroz en mal estado, solo comían decentemente cuando iban al comedor de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

Los miércoles tenían sesión grupal con la psicóloga, quien evaluaba la posibilidad de una terapia individual y el uso de medicamento en caso de “requerirlo”.

“A mí me medicaron para que estuviera  tranquilo y se me quitara lo agresivo, no me gustaba tomarlo porque me pone bien zombie”, apuntó.

El medicamento que le dieron fue olanzapina, un antipsicótico utilizado en el tratamiento de la esquizofrenia, al cual tenía importantes efectos secundarios.

Los viernes recibían las visitas de los grupos religiosos, quienes les hablaban de la Biblia  y las adicciones.

Explicó que había premios y castigos: “los de buena conducta teníamos derecho a la colecta, donde podíamos salir a la calle a pedir ayuda para el centro”.

Los  rebeldes que no querían limpiar su espacio se quedaban sin fumar tabaco o tenían que limpiar los baños con un cepillo de dientes.

El castigo más grave era  El Cobijazo, que consiste en ser envueltos en una cobija mientras todos los internos lo golpean sin piedad alguna.

“Antes de que yo entrara supe que se ahorcó un chavo y supe de un señor que no aguantó el encierro  y se ahorcó, lo sacaron con vida pero falleció en el hospital”, aseguró.

Manuel P. dijo que la mayoría de los internos estaban ahí por consumo de cristal, una droga que se expande en las calles de Zacatecas, pero también le tocó convivir con un chico de 13 años que a los 7 comenzó con el consumo de la marihuana y desde los 10 era adicto a inhalar pegamento sintético.

Su estancia la consideró como algo traumática, cambió su forma de percibir el consumo de alcohol y droga, pero en ocasiones tiene pesadillas que le recuerdan su encierro.

“No me gustaba  ese lugar, en la mañana levantarte y ver el mundito, que es el logo del centro, se siente bien horrible, no había algún lugar donde voltearas y no estuviera ese mundito”, recordó.

Actualmente Manuel tiene un trabajo, lleva meses sin consumir alcohol o drogas y cada día está en una lucha  constante para no recaer.

Imagen Zacatecas – Alejandro Castañeda




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