Don Francisco y sus más de 25 años de ganarse la vida con la muerte

ZACATECAS.- Para don Francisco García Ríos, ganarse el pan de cada día gracias a la muerte es algo que, con el paso del tiempo, se ha convertido en natural, ya que desde hace 25 años es enterrador en el Panteón de Herrera. García Ríos llegó a este trabajo, gracias a la recomendación que un funcionario … Leer más

ZACATECAS.- Para don Francisco García Ríos, ganarse el pan de cada día gracias a la muerte es algo que, con el paso del tiempo, se ha convertido en natural, ya que desde hace 25 años es enterrador en el Panteón de Herrera.

García Ríos llegó a este trabajo, gracias a la recomendación que un funcionario le hizo para ocupar una plaza que tenían libre.

El que califica este trabajo de duro, porque implica un gran esfuerzo físico para cavar las tumbas que serán la última morada de los difuntos que serán llevados al lugar.

El sepulturero que mide, aproximadamente 1.60 metros y está cercano a los 70 años, relata que recuerda muy bien el primer servicio realizó, que fue difícil porque lloró junto con los familiares del difunto porque sentía su dolor.

Trabajo que da miedo

Dentro de estos 25 años de servicio en el panteón, recordó que una vez se quedó paralizado del miedo, casi iniciando su labor en el campo santo porque vio un par de bolas de fuego, rodeadas de un remolino, que hasta la fecha, no sabe qué fue.

“Alguna vez me asusté, iba para allá adentro, eran las 12 de la noche y de repente se soltó un remolino y me aventaron, ya no pude moverme, lo que quería era salir, entonces vi dos bolas de lumbre, una atravesó para la derecha y otra para la izquierda y nunca vi que botaran en el piso y ya cuando pude moverme voy a ir a ver que hay y no había nada”, dijo.

No se sugestiona

Don García platicó que en varias ocasiones ha escuchado diferentes ruidos macabros pero, para no sugestionarse siempre piensa que es su compañero.

De lo más común que suele pasar en su trabajo es que al amanecer, antes de que el sol salga como a las 6 de la mañana, suele escuchar llantos y lamentos.

Francisco siempre los ha querido asociar con las dos únicas personas que suelen ir al cementerio a esa hora.

Imagen Zacatecas – Víctor Castillo




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