
Rescatistas, familiares y amigos de víctimas del sismo de 1985 en el edificio Nuevo León en Tlatelolco, realizaron una guardia de honor en el Parque el Reloj frente al memorial por las víctimas. | Foto: ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.
En el marco de la conmemoración de los 40 años del sismo de 1985, en los procesos de reconstrucción en la Ciudad de México los afectados quieren tener voz y voto, desde la planeación hasta la entrega de viviendas.
MÉXICO.- A 40 años del sismo, en Tlatelolco, la llamada zona cero del terremoto de 1985, no se ha logrado cerrar la otra fractura que se derivó del terremoto, la ruptura social, advierten vecinos y especialistas.
Señalaron que, en el marco de la conmemoración de los 40 años del sismo de 1985, en los procesos de reconstrucción en la Ciudad de México los afectados tengan voz y voto, desde la planeación hasta la entrega de viviendas.
“Participar no es sólo elegir entre A o B, sino involucrarse desde el análisis estructural hasta la construcción misma, lo que puede tardar más tiempo, pero garantiza mejores resultados”, señaló Cuauhtémoc Abarca, damnificado del 85 e integrante del Comité de Reconstrucción Tlatelolco.
Durante el foro “Tlatelolco, Reconstrucción Social del Territorio”, realizado este sábado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, se recordó que el gobierno capitalino se comprometió a entregar a más tardar en el primer trimestre de 2026 las más de tres mil viviendas pendientes de reconstrucción por el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Sin embargo, el proceso debe acompañarse de un plan integral que asegure a los damnificados “el acceso a una vivienda digna y que refuerce la identidad comunitaria para evitar la fragmentación social”, advirtió Isadora Hastings, integrante de la asociación civil Cooperación Comunitaria, que trabajó en la reconstrucción tras los terremotos de 2017.
Abarca recordó que, tras el sismo del 85, una de las exigencias centrales fue que los edificios dañados se entregaran con la misma calidad estructural.
“A los edificios dañados se les colocaron cabezales de fuerza, vigas de acero y se amplió la junta de construcción para evitar que, en un nuevo sismo, los muros choquen entre sí, como ocurrió en el edificio Nuevo León”, explicó.
Hoy, dijo, uno de los mayores desafíos es superar la mentalidad individualista de los condóminos.
No estamos hablando sólo de que cayeron módulos del edificio Nuevo León; también se rompieron familias, amistades y una comunidad que durante dos décadas se había consolidado poco a poco. Ese rompimiento aún no se ha sanado”, señaló Miguel Ángel Meraz, investigador y habitante de Tlatelolco, en entrevista posterior al foro.
Explicó que tras el sismo de 1985, cerca de cinco mil familias migraron de Tlatelolco, lo que derivó en un proceso de repoblamiento paulatino con nuevos perfiles sociales y costumbres.
Esa transformación, sumada a la escrituración masiva de los departamentos en los años 90, cambió la lógica comunitaria, pues sus 40 mil habitantes son propietarios
“Hoy cada quien se preocupa de la puerta hacia adentro, eso dificulta organizarse incluso para pintar una pared”, relató.
Esta fragmentación se profundiza por la ausencia de mecanismos legales claros para regular los espacios comunes en grandes conjuntos habitacionales, como Tlatelolco.
Señaló que ello ha derivado en espacios vacíos, que han sido ocupados por personas en situación de calle y drogadictos, aumentando los problemas de inseguridad, como asaltos, incluso hasta asesinatos, dijo.