
Opinión José Antonio Rincón
En lo tocante al papel de la mujer en la religión y oficios, sobre todo en el nuevo testamento, tenemos muchos ejemplos de la inclusión.
Una buena nueva se asoma rumbo a la igualdad en la iglesia.
Antes, pero muchísimo antes de que en las cartas constitucionales se escribiera que hombres y mujeres somos iguales en dignidad y ya no sólo ante la ley, el cristianismo siempre ha predicado ese esencial aspecto del ser humano.
En lo tocante al papel de la mujer en la religión y oficios, sobre todo en el nuevo testamento, tenemos muchos ejemplos de la inclusión.
Para comenzar el papel de la virgen María, elegida para ser madre del Cristo y elogiada a más no poder en el magnificat, sin olvidar a una profetisa, Ana, estaba en el templo cuando la presentación de Jesús.
En la vida pública de Jesús hay testimonio de que tenía un grupo numeroso de discípulas; de igual forma importante es recordar que el resucitado a quien se apareció por primera vez fue a una mujer: María de Magdala o Magdalena, la que también lo acompañó en la crucifixión. El mandato de que se anunciara la buena nueva a toda criatura no se dirige sólo a los discípulos hombres, sino también a las mujeres, al no hacer distingo.
Las cartas paulinas nos dan noticia de mujeres discípulas que hasta llegaron a ser diaconisas, antes del establecimiento de la iglesia jerárquica.
Es posible que el machismo arraigado e interpretaciones evangélicas, en parte hayan frenado la igualdad entre hombres y mujeres tanto en las iglesias de oriente como en occidente, en lo tocante a las sagradas órdenes y los roles de dirección, lo que con matices aún perdura.
Así, en la jerarquía católica y en las órdenes que llevan al presbiterado las mujeres están ausentes, lo que abiertamente se opone a lo que es la igualdad entre hombres y mujeres.
Ciertamente las órdenes religiosas femeninas han tenido un papel fundamental, pero les está vedado el acceso al sacerdocio.
Todo el estamento sacerdotal es coto reservado para los varones, la atmósfera varonil es total.
En Europa y América del Norte la exigencia de la apertura ha resonado en los últimos años y hoy parece que su labor ha conseguido abrir un camino, que aunque todavía se avizora largo, ya comenzó, aun cuando el reclamo no es importante en América Latina.
El domingo pasado nos enteramos de un documento firmado por el papa Francisco, donde propone que “Esta reflexión debe continuar”, se refiere a la inclusión de las mujeres en el diaconado, reconociendo antes la dignidad igual para ellas que para los hombres. En otra parte el documento señala: “reconociendo que las mujeres siguen topándose con obstáculos para obtener una mayor reconocimiento… no hay ninguna razón ni ningún obstáculo para impedir que las mujeres ejerzan roles de dirección en la iglesia…”
En cuanto a los roles de dirección no se especifica en cuáles, pero en la curia vaticana ya existen mujeres en puestos de dirección por primera vez.
Alienta la apertura del sumo pontífice y muchos esperamos que la reflexión que se abre por parte de la máxima autoridad de la iglesia, se acelere, cuando menos en lo tocante al diaconado para mujeres.
Adición: este mes de octubre de plenilunio vaya una sincera y afectuosa felicitación a nuestro señor obispo, don Sigifredo Noriega Barceló que acumula tres celebraciones; su cumpleaños, su llegada a la sede episcopal zacatecana y sus más de cuarenta años de ordenación sacerdotal, persona humilde y sabia, que se ha ganado el corazón de los zacatecanos.