Solamente doce

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Circula por ahí una frase supuestamente atribuible a San Juan Pablo II que dice: “Tenemos que defender la verdad a toda costa, aunque volvamos a ser solamente doce”. Independientemente de la autoría, estas palabras encierran un contenido valiosísimo: la verdad queda por encima de todo, no cambia con el tiempo, no tiene matices y no … Leer más

Circula por ahí una frase supuestamente atribuible a San Juan Pablo II que dice: “Tenemos que defender la verdad a toda costa, aunque volvamos a ser solamente doce”. Independientemente de la autoría, estas palabras encierran un contenido valiosísimo: la verdad queda por encima de todo, no cambia con el tiempo, no tiene matices y no es negociable.

Y hay otra cosa muy importante: la Iglesia Católica fue fundada para defender la verdad a toda costa: esa Verdad hecha persona en Jesús se rodeó de doce y si a doce se volviera con tal de defenderla su misión quedaría cumplida. Ese es, tal vez, el más profundo sentido de la frase.

Y es que, recientemente, como pasa con frecuencia, los políticos corruptos -de los que casi no hay en este país- están volteando a verla con intenciones de censura. Pareciera que lo de ellos es perseguirla, como lo hicieron en la guerra cristera en la que se cometieron tantas atrocidades, pero ahora a través de las legislaturas y los tribunales. Y, palabras tomadas de Aquel que es la Verdad: “les digo que si estos callan, las piedras clamarán”.

La verdad puede romper cadenas, liberar a muchos. Pero su naturaleza es justa y entonces también ejerce el efecto contrario y puede condenar a quien lo merece. Y si una autoridad o institución no es depositaria, promotora y defensora de la verdad entonces carece de legitimidad. Si la Iglesia Católica no fuera una firme defensora de la verdad perdería su razón de ser, de existir, y habría dejado de cumplir con aquel legado que le fue asignado hace más de dos mil años: “eres piedra y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. Y si los que la formamos llegáramos a callar “las piedras clamarían”.

¿No sería mejor que estos políticos demagogos e ignorantes se dispusieran a debatir temas de fondo para las sociedades que pretenden gobernar en foros públicos con los ministros de culto de las distintas iglesias? ¿A qué le temerán?

No se podrá nunca tapar el sol con un dedo. La verdad prevalecerá. Y aquí estaremos para defenderla aunque sólo seamos doce, otra vez.




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