Romper el ciclo

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Estos últimos días, los zacatecanos hemos manifestado nuestra indignación e impotencia ante la creciente ola de violencia que se vive en nuestra entidad. De manera especial, el cobarde asesinato de Valeria Landeros, ha cimbrado a todos los sectores sociales quienes se han vertido en las redes colocando en sus perfiles un moño negro con la … Leer más

Estos últimos días, los zacatecanos hemos manifestado nuestra indignación e impotencia ante la creciente ola de violencia que se vive en nuestra entidad. De manera especial, el cobarde asesinato de Valeria Landeros, ha cimbrado a todos los sectores sociales quienes se han vertido en las redes colocando en sus perfiles un moño negro con la consigna de “Zacatecas quiere paz”.
Hoy fue ella, mañana será alguien más y parece que esto no tendrá fin. Y, ante los hechos todos nos alarmamos y escandalizamos, claro, y no dejamos de sorprendernos ante las formas cada vez más despiadadas y salvajes como los delincuentes dan cuenta de nuestros jóvenes, tal vez por revanchismo o venganza, tal vez sólo por deporte o por demostrar un poderío que, en realidad, no es más que una vil cobardía que se esconde detrás de un arma de fuego; y, en nuestras conversaciones con otros, llegamos a las mismas conclusiones: “¿a dónde vamos a parar?”, “¡Hay que cuidarnos!” o “y la autoridad ¿Dónde está?” y claramente sucumbimos ante la impotencia del “¿qué podemos hacer usted y yo?”
Mire, si bien no está en nuestras manos el detener a estos inhumanos grupos delincuenciales, ni podemos cambiar las cosas de la noche a la mañana, sí podemos hacer algo por revertir los ciclos destructivos que se dan en nuestro entorno y a los que muchas veces alimentamos con nuestra indiferencia. Y, sí, me refiero a que muchas veces con no hacer nada, permitimos que aquellos pequeños brotes de violencia que se dan en nuestros hogares o en los pequeños círculos sociales de los que formamos parte, comiencen a girar y a girar hasta volverse verdaderas espirales destructivas.
Está claro que responder a la violencia con violencia no habrá de atenuarla, por el contrario, sólo habrá de incrementarla. Debemos de romper el ciclo de la violencia, encontrarle una puerta de salida a esas espirales destructivas que empiezan a girar cada vez con mayor velocidad. Y todo está en empezar a negarnos a responder a la defensiva cuando las discusiones con nuestros seres queridos, amigos y conocidos empiezan a subir de tono. Está claro que, cuando vemos que se atenta contra nuestro amor propio, somos capaces de dejar salir lo peor de nosotros para evitar que se nos lastime pero siempre podemos actuar con mayor inteligencia y abrir esa puerta para salir de la espiral, para romper el ciclo, concediendo a los demás respuestas mejor pensadas y un poco más amables.
Un amigo o ser querido jamás querría lastimarnos. Y si se da una situación en la que nos encontremos conviviendo con desconocidos y las cosas comienzan a no ir bien, es mejor salirse del juego y retirarse a tiempo y nunca, nunca conceder el que sea yo quien alimente esa espiral destructiva cuando sé que está en mis manos romper el ciclo.




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