Las campañas que vienen: ¡Ay, 2024!

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Dicen que en política, la de a de veras, no hay sorpresas: sólo sorprendidos.

Llega el año nuevo, pero no cualquier año nuevo. Este 2024 viene a nuestro país con mucha fuerza, sobre todo en su primer semestre, debido a la marejada electoral que se tomó, de hecho, a muy buena parte de 2023.

Hartos de las prepreprepreprecampañas, ahora sí nos dicen que vienen las campañas de a de veras. No necesitaban empezar para que descubriéramos ya a quiénes se mueven como veletas, quiénes entregan cotizaciones de sus canicas, quiénes por fin comienzan a moverse.

Y en este caos donde los más ingenuos confunden popularidad con eficacia, van a desfilar frente a nosotros (si no es que desfilan ya) varios ejemplares zoológicos de antología: con un vocabulario primitivo, pero sonrisa más que blanqueada; abrazando niños y viejecitas sólo hay enfrente un flash o un letrero de “Transmisión en vivo”.

Ninguno se ha preparado para debates, porque a fin de cuentas no importan los debates, sino cuál proclamación de ganador de debates se impone más. Así como se les fueron estos meses y estos billetes en encuestas, ahora el ataque será más brutal y más frontal.

Dicen que en política, la de a de veras, no hay sorpresas: sólo sorprendidos. Y acá van a sobrar de ésos… y agréguele los indignados, los defraudados, los explotados, los incautados, los desilusionados.

No quiero ser fatalista: sinceramente espero algún garbanzo de a libra en medio de todo este desgarriate que se viene. Pero conste que lo advierto: no son los mejores alumnos del sistema educativo los que usted y yo escucharemos hablar ni “debatir”; no espere usted espacios para la ética y los valores. Ódieme: tampoco espere de pronto algún gesto de cortesía entre los candidatos que se enfrenten.

¡Ay, 2024! Ojalá no seas escenario de nuevas divisiones de familias por enfrentamientos de políticos que más temprano que tarde terminarán arreglándose en lo oscurito mientras a la luz del día los vecinos sigan mentándose la madre.

¡Ay, 2024! Las campañas que vienen pueden tumbarnos mucho de lo construido. Ojalá, como hizo mi abuela Carolina con su hijo mayor, puedas quemarme los labios con un tizón si descubres que esta advertencia no era para tanto.

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