Intuición de madre

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Dedicatoria: A la Sra. Ma. del Refugio Martínez Rodríguez (QEPD), con veneración. “Nos vamos a vivir a Saltillo, allá podrán estudiar los muchachos” dijo el padre en una conversación con su esposa, ante un futuro promisorio. La ilusión de que sus hijos tuvieran una mejor educación estaba por materializarse. Pero salir de una comunidad de … Leer más

Dedicatoria:
A la Sra. Ma. del Refugio Martínez Rodríguez (QEPD), con veneración.

“Nos vamos a vivir a Saltillo, allá podrán estudiar los muchachos” dijo el padre en una conversación con su esposa, ante un futuro promisorio.
La ilusión de que sus hijos tuvieran una mejor educación estaba por materializarse.

Pero salir de una comunidad de 30 familias a una ciudad con decenas de miles de habitantes generaba un temor natural por la poca influencia positiva que pudiera representar ese medio urbano en la formación familiar.

Recientemente sus vidas dieron un giro importante porque, aunque los dos provenían de familias muy humildes, sus padres, inmigrantes a esa región, en los primeros años del siglo pasado desde el centro del Estado de San Luis Potosí, atraídos por las noticias de existencia de empleo en las minas de Concha del Oro, Estado de Zacatecas. Pensar en la posibilidad de tener un sueldo fijo es siempre un atractivo para algún padre de familia porque garantiza el sustento básico de la familia.

Su inclinación al trabajo del campo rendía frutos, pero los elementales para subsistir.

La misma circunstancia de penurias obligó a Juan a ocuparse cómo minero durante la temporada de sequía y ello lo puso en contacto con conocimiento en geología, principalmente de minerales, su forma de localizarlos, extraerlos, uso de explosivos, maquinaria, herramientas, elaboración de planos, legislación, administración, etc.

Por esa razón su vecino y amigo Doroteo López lo invitó como socio para explotar un yacimiento de mercurio.

En unas cuantas semanas tuvieron producción suficiente para ascender a otro nivel económico.

Cambiar el lugar de residencia para la madre representaba riesgos en la atención y crianza de sus muchachos. Tenían siete hijos. Los dos mayores cursaron los grados permitidos en la escuela Primaria de esa ranchería: hasta el tercer grado. Después de ello los niños, por tradición, se incorporaban al trabajo de pastorear ganado y sembrar la tierra; las niñas realizaban labores domésticas como toda mujer del medio rural.

La propuesta hizo meditar un poco a la señora, pues había vivido algunos años en el pueblo más cercano y escuchado sobre el tipo de vida en la capital coahuilense.

Buscando las mejores palabras para resistirse a las pretensiones del esposo contestó: “Tu trabajo está aquí [la mina], si nos vamos hasta Saltillo [140 km de por medio], me voy a quedar sola con los muchachos y allá va a ser difícil ‘meterlos en cintura’. Quizá sea mejor si nos cambiamos a Concepción del Oro, ahí hay escuelas con Primaria y Secundaria completa, además de una Academia Comercial. Estaríamos más cerca de tu trabajo, viajaríad diariamente, seguiríamos unidos con tu presencia y apoyo permanente, podrías ver también a tus padres, que ya son mayores de edad”.

¿Cómo evitó marearse con el resplandor del dinero y el espejismo de la gran ciudad?

Existen madres de familia como Doña Cuca, quienes representan la mesura, la serenidad, la prudencia, avizoran riesgos y peligros en la crianza de los hijos.




Más noticias


Contenido Patrocinado