Imagen y Punto Final

Luego de un receso de tres meses, regreso a colaborar a una empresa que considero mi casa, Grupo, ImagenZac.

Mis vínculos con la empresa, son desde 1999, cuando Luis Enrique Mercado (LEM) en una visita a Jerez me pidió que le mandara algo de lo que se publicaba en el semanario “El Alacrán” el cual desde 1955 dirigía mi papá.

Así lo hice y para mi sorpresa, la nota sobre seguridad apareció un lunes de enero.

Pero los vínculos amistosos van más allá del periódico, cuando mi abuelo fue presidente municipal de Jerez a los veintiún años, su oficial mayor fue doña Alejandra Sánchez, mamá de Luis Enrique, la mancuerna de trabajo duró varios años al tiempo que la amistad con mis abuelos y padre se fortalecía.

Sin embargo, mi acercamiento a Imagen, fue gracias a Don Jesús Sánchez, tío de LEM gracias a sus recomendaciones empecé a mandar notas y ocasionalmente artículos, hasta que para mi suerte en 2007 me pidieron enviar semanalmente una artículo para la sección de opinión.

Así lo hice durante catorce años ininterrumpidos, esas colaboraciones me abrieron la puerta en varios trabajos y me hicieron conocer y coincidir con gente maravillosa que en algunos casos cambió mi vida.

En 2007 el artículo “caso Oaxaca y Punto Final”, publicado en este espacio obtuvo el primer lugar del Consejo del Premio Nacional de Periodismo.

Por razones laborales y para evitar algún conflicto de intereses, durante un tiempo dejé de colaborar en este medio, pero ahora regreso con más ilusión y ganas que el primer día que me invitaron a colaborar, espero poder aportar algo a la publicación más importante de Zacatecas.

En la ausencia agradezco Luis Enrique, la confianza que siempre me tuvo, a pesar de mi edad y de sus múltiples ocupaciones y en la actualidad a Luz María Hernández, por su generosidad y firmeza.

A partir de esta semana, habré de publicar “Punto Final”, con la misma línea, postura y decisión de siempre. Gracias a quienes me leyeron y por adelantado a quienes lo harán.

Punto Final
La gratitud y lealtad deben ser permanentes e infinitos, siempre y cuando no se comprometa la dignidad.