Proteger el planeta (I)

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Estamos frente a una emergencia climática y una crisis generada por la covid-19, ambas relacionadas con la pérdida de biodiversidad.

A pesar de los compromisos internacionales, estamos frente a una emergencia climática y una crisis generada por la covid-19, ambas relacionadas con la pérdida de biodiversidad. ¿Debemos seguir sumando más y más acuerdos para evitar una catástrofe?.La crisis causada por la covid-19 nos ha forzado a reflexionar sobre cómo nuestro estilo de vida y la relación con nuestro entorno nos han llevado a este punto. La comunidad internacional lleva casi 50 años desarrollando políticas y tratados internacionales para proteger nuestro planeta con escasos resultados.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida como la Conferencia de Río o Cumbre de la Tierra, la cual ha tenido ya tres conmemoraciones: Río +5, Río +10 y Río +20. En estas cumbres y conferencias se adoptaron compromisos para hacer frente a la degradación del planeta. Junto a esos compromisos no podemos olvidar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que sucedieron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los compromisos adquiridos en muchas de las COPs de los acuerdos multilaterales de medio ambiente (AMUMAs) que están en vigor. A pesar de toda esta batería de compromisos, estamos frente a una emergencia climática y una crisis generada por la covid-19, ambas relacionadas con la pérdida de biodiversidad. Ante esta situación cabe preguntarnos: ¿Debemos seguir sumando más y más compromisos para evitar una catástrofe? ¿Dónde estamos fallando?

La negociación de nuevos compromisos sin intención de aplicar y cumplir lo acordado, como ha venido sucediendo y sin mejorar la gobernanza, de poco servirá. Asimismo, es fundamental adoptar un enfoque sistémico para conseguir estabilizar el sistema climático, hacer frente a la pérdida de biodiversidad, atacar la contaminación por químicos y evitar sobrepasar el resto de los límites del planeta. Conviene hacer una revisión de algunos de los objetivos trazados en las últimas décadas en materia de biodiversidad, ahora que acabamos de celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente bajo el lema La hora de la naturaleza, para mostrar los escasos avances logrados debido, esencialmente, a un déficit en la aplicación de los mismos.

La Estrategia de Desarrollo Sostenible de la Unión Europea de 2001 proponía proteger y restaurar los hábitats, los sistemas naturales y detener la pérdida de biodiversidad para 2010. En 2002 la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, también conocida como conferencia Río+10, y la COP6 del Convenio de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (CDB) celebrada en La Haya, acordaron lograr una reducción significativa de la tasa actual de pérdida de biodiversidad para 2010. La COP10 del CDB, en Nagoya en 2010, acordó las 20 Metas de Aichi para proteger y restaurar la biodiversidad para 2020, cuya meta número meta cinco precisa: “La tasa de pérdida de todos los hábitats naturales, incluidos los bosques, se reduce al menos a la mitad y, cuando sea posible, se acerca a cero, y la degradación y la fragmentación se reducen significativamente”.

Les comparto el articulo que publico en el diario “El país” y me envió mi amiga ambientalista de Madrid, Ana Barreira, que es directora y abogada senior en el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente. LL.M en Derecho Ambiental (London University), LL.M en Estudios Jurídicos Internacionales (New York University).

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