El motor inmóvil
El amor es nuestra realidad fundamental, y nuestra madre nos lo inculcó desde el momento en que nacimos.
Se cree que las personas más felices se centran principalmente en el trabajo, la familia, la amistad y la fe. Sin embargo, cuando conocemos a un ermitaño que vive solo en el bosque, en el desierto, o simplemente solo sin practicar una creencia, nos podemos sorprender de que no ocupa mucho para vivir. Cada vez que veo una fotografía de la Tierra desde el espacio, y más ahora con tantos medios que están a nuestro alcance, como en reciente días paso con el eclipse, me hace pensar que entre mas pequeños que somos, podemos ser mas libres para ser felices.
El amor es nuestra realidad fundamental, y nuestra madre nos lo inculcó desde el momento en que nacimos. Amar forma parte de nuestra naturaleza básica, es nuestro ADN. El amor precede a cualquier conocimiento. Un niño que no haya experimentado el amor y los cuidados de su madre no sobrevivirá. Esto es cierto no sólo para los seres humanos, sino también para otros mamíferos. Cuando nacemos y nos regodeamos en los cuidados y el afecto de nuestra madre. El poder de nuestra experiencia inicial deriva del amor de nuestra madre y de su abrazo físico. Tenemos la suerte de haber crecido y ser queridos por nuestra propia madre. sin embargo, hay casos en los que los niños, por otro tipo de situaciones, no tienen esa experiencia y eso afecta a su desarrollo posterior.
Se puede argumentar que la religión a veces tiene el efecto de distanciarnos de la realidad básica del amor, porque separa al que no piensa como él, pero en general la práctica de una creencia puede ayudarnos a aumentar el impacto del amor de nuestra madre. Podemos aprender a extender nuestra conciencia del amor más allá de nuestra familia inmediata para incluir una humanidad más amplia y el mundo de otros seres. El factor clave es el amor y nuestra primera experiencia de él es en los brazos de nuestra madre (motor inmóvil) mientras bebemos su leche.
Según la definición de motor inmóvil, que es un concepto metafísico descrito por Aristóteles como la primera causa de todo movimiento en el universo, que no es movido por nada.
Con la experiencia que la vida me ha dado, confió menos en la religión y más en un enfoque laico basado en la ética universal. Sin embargo, reconozco también que se puede emplear la práctica de una creencia para reforzar y mejorar lo que hemos aprendido de nuestra madre. Generar una mente altruista que tenga en cuenta las preocupaciones de los demás y analizar mi percepción desde la realidad, esto significa ir más allá de las meras apariencias para reconocer que todos los fenómenos surgen de forma dependiente.
La realidad fundamental del amor no tiene que ver con la religión, es una cualidad innata con la que los seres humanos tienen una relación especial. Algunas prácticas religiosas pueden ayudarnos a alimentar y potenciar nuestros sentimientos intuitivos de amor. Si dejamos nuestra experiencia del amor en su estado natural, nuestra bondad hacia los demás dependerá de cómo nos respondan. Pero podemos entrenarnos para fortalecerla y extenderla a aquellos con los que no tenemos conexión directa. Ser espiritual no quiere decir que seas miembro de una iglesia o creencia, a pesar de que muchas personas canalizan sus necesidades espirituales a través de la religión. Lo importante es ser espiritual, y se puede lograr sin pertenecer a un templo.