La sombra de San José

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Su vida de obediencia, humildad y cuidado amoroso hacia Jesús y María lo convierte en un ejemplo para los creyentes.

Según la tradición cristiana, San José de Nazaret fue el esposo de María y el padre putativo de Jesús. Aunque no se mencionan muchas palabras suyas en las Escrituras, su papel como protector y proveedor de la Sagrada Familia es fundamental en la fe cristiana. San José es venerado como un modelo de virtud y un intercesor poderoso en la tradición católica.

Su vida de obediencia, humildad y cuidado amoroso hacia Jesús y María lo convierte en un ejemplo para los creyentes. Se le considera el patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de los padres de familia y de los moribundos, entre otros.

Al respecto y como tantas veces, la literatura apócrifa nos auxilia en lo relativo al conocimiento de los hechos y personajes relativos a la vida de Jesús. En este caso, y gracias una vez más al Protoevangelio de Santiago al que me he dirigido para obtener algo más de información sobre José el carpintero.

 ”Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo. Que venga cada cual con una vara, y de aquél sobre quien el Señor haga una señal portentosa, de ése será mujer”. Salieron los heraldos por toda la región de Judea y al sonar la trompeta del Señor, todos acudieron.

José dejando su hacha, se unió a ellos y, una vez que se juntaron todos, tomaron cada uno su vara y se pusieron en camino en busca del Sumo Sacerdote. Este tomó todas las varas, penetró en el Templo y se puso a orar. Terminado que hubo su plegaria, tomó de nuevo las varas, salió y se las entregó, pero no apareció señal ninguna en ellas. Mas, al coger José la última, he aquí que salió una paloma de ella y se puso a volar sobre su cabeza. Entonces el sacerdote les dijo: A ti te ha cabido en suerte recibir bajo tu custodia a la Virgen del Señor”” (Prot. 8, 3-9, 1).

Entre los primeros cristianos circuló un escrito apócrifo expresamente dedicado a la figura de José, datable quizás del s. IV es la llamada Historia de José el Carpintero, de la que han llegado dos versiones, una en copto y otra en árabe. Presentada bajo la forma de relato de Jesús a los apóstoles, sus datos son en general coherentes con los del Protoevangelio de Santiago ya citado. Nos cuenta la Historia de José el carpintero:

Había un hombre llamado José, oriundo de Belén, esa villa judía que es la ciudad del Rey David. Estaba muy impuesto en la sabiduría y en su oficio de carpintero. Este hombre José se unió en santo matrimonio a una mujer que le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras, cuyos nombres eran Judas y Josetos, Santiago y Simón [esto es, los que cita Marcos, cfr. Mc. 6, 3]; sus otras hijas se llamaban Lisia y Lidia” (HiJoCa. 2, 1).

José habría enviudado, un año después de lo cual, y teniendo nada menos que noventa años, le es entregada por el Templo en régimen de tutela, la niña María, de apenas doce años. Habiendo alcanzado los noventa y dos (y María los catorce, en lo que la Historia de José difiere algo del Protoevangelio, en el que María sería madre con trece años), vería nacer a Jesús en Belén, en una gruta cercana a la tumba de Raquel, esposa del patriarca Jacob”.

Volviendo a la Historia de José el carpintero, a la edad de ciento once años, teniendo Jesús apenas diecinueve, moriría José a consecuencia de la primera enfermedad que sufría en su larga vida.

Felicidades a todos los que llevan este nombre, ya sea su santo o su fecha de nacimiento.

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