La educación pública y las creencias (II)

Continuamos con las reflexiones de la religión y la educación pública en México. A continuación expongo una serie de explicaciones tipo decálogo que desmitifican algunas ideas difundidas sobre las creencias en el sistema educativo.

1.- Que la escuela sea laica quiere decir que no hay religión.

Ninguna persona puede dejar sus creencias y perspectivas en sus casas o iglesias para entrar a la escuela sin ellas. El principio de laicidad no equivale a negar lo religioso, eso solo suele disimular la presencia de creencias y rituales (principalmente los católicos, que son mayoría), como si no existieran. Lo que se propone con ella es que ninguna postura religiosa se imponga en los salones y patios, que se acceda al conocimiento libremente y sin restricciones de ningún tipo. La escuela pública no debe enseñar los valores particulares de ninguna posición religiosa.

2.- La comunidad escolar comparte las mismas creencias y valores.

Tanto el profesorado como las y los estudiantes tienen creencias y posiciones distintas en torno a una variedad de temas. Si los profesores y otras autoridades escolares asumen que en el fondo todos los mexicanos creemos lo mismo y no reflexionan sobre la diversidad que hay en la escuela, pueden caer en la imposición de sus perspectivas particulares, por ejemplo, frente a cuestiones polémicas como la educación sexual o el origen de la vida. La aceptación de la diversidad implica el respeto y el intercambio de ideas variadas.

3.- Hablar de religión es promover la religión.

El discutir temas religiosos se ha entendido como hacerles promoción, como si se tratara siempre de un trabajo de persuasión. No hay que malinterpretar la laicidad; si ella propone impulsar la reflexión autónoma de las personas en todos los ámbitos de la vida, ¿por qué excluir el religioso? Hay que hablar de la religión para aceptar la diferencia y promover la convivencia.

4.-  En la escuela no se discrimina a nadie por sus creencias.

En muchos casos, no ser católico se vuelve motivo de discriminación, exclusión, rechazo, prejuicios, estereotipos o burlas. El vestir diferente (por ejemplo, las faldas largas), la alimentación distinta (por ejemplo, no comer cerdo), la negación a participar en algunas actividades (como el saludo a la bandera) o los desacuerdos con ciertos conocimientos (como las teorías darwinistas) se vuelven punto de conflicto y se discrimina a muchos por ello.

5.- La escuela laica no tendría por qué educar para la convivencia interreligiosa.

Cuando la laicidad es malentendida y se asume que la escuela no tiene nada qué hacer frente a temas de religión, no se otorga ninguna educación para la convivencia entre personas con diferentes creencias. En un México cada vez más diverso, se vuelve necesario que la escuela forme para el respeto, la igualdad y la garantía de derechos en las relaciones entre personas con religiones distintas. Para ello, las autoridades educativas deben empezar a dar guías claras de aquello que profesores y alumnos deben hacer ante determinadas situaciones y conflictos.

6.- Las festividades escolares son laicas.

Para mejorar la integración de la comunidad escolar se proponen una serie de celebraciones a lo largo del ciclo escolar. La mayoría tienen origen en el catolicismo popular, pero se celebran porque se consideran “patrimonio cultural mexicano”, de esta manera, muchas personas quedan excluidas en lugar de integradas. Pensemos, por ejemplo, en quienes no celebran Navidad, con sus pastorelas; Día de Muertos, con su puesta de altares; o las misas católicas como parte de las graduaciones.

7.- Todos los mexicanos deben venerar los símbolos patrios.

Aunque honrar los símbolos patrios es ley en nuestra constitución, en 2018 la CNDH estableció que el derecho a la educación de todos los mexicanos se encuentra por encima de dicha obligación. Entonces, muchos niños, por ejemplo testigos de Jehová, pueden participar sin cantar y sin hacer la señal de saludo a la bandera. Es parte de su libertad religiosa.

8.- La educación cívica consiste en enseñar a amar y honrar los símbolos patrios.

La educación cívica consiste en enseñar valores de respeto y convivencia equitativa e incluyente entre todos los mexicanos. Para ello, la comunidad escolar tiene muchas actividades: la organización de eventos participativos y campañas benéficas — por ejemplo, en favor del respeto y el buen trato entre niños y niñas— la participación en el cuidado y mejora de las instalaciones, en la seguridad e integración de los grupos, entre otras.

9.- Las minorías causan problemas y solitas se excluyen.

Las minorías creyentes y no creyentes suelen buscar la negociación y el diálogo en torno a las actividades escolares de las que disienten. En muchas ocasiones, son los profesores u otras autoridades quienes no les ofrecen más alternativa que no participar o no presentarse a la escuela. La solución a la exclusión no consiste en que las minorías se adapten “sin tener de otra”, sino en la capacidad de la comunidad para incluir a todos. La democracia consiste en el acuerdo de la mayoría Es equivocado pensar que la democracia es la imposición de aquello que quiere la mayoría sobre la minoría. Los grupos minoritarios tienen derecho a su diferencia. En realidad, la democracia no puede separarse del respeto a los derechos de todos y todas.

10.- Los profesores solo enseñan ciencia.

Los profesores, sobre todo en los niveles más básicos, son referentes de las maneras en que los alumnos piensan y actúan. Enseñan valores y modelan actitudes y formas de convivencia que impactan a las familias y a la comunidad. Ante ello, se vuelve fundamental la reflexión en torno a su papel frente a la diversidad religiosa y su inclusión, para evitar reproducir prejuicios o ideas discriminatorias.

Ojala ayuden a una reflexión seria de la realidad que se vive en el país, a pesar de todo lo que vivimos con los signos de los tiempos.

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