Hay que ser feliz en este mundo; porque los que no son felices se la pasan jodiendo a los demás

Gerardo Luna Tumoine.
Gerardo Luna Tumoine.

Creo que si alguien realmente quiere una vida feliz, entonces es muy importante buscar desarrollo mental, material y espiritual.

Cuando tienes amigos de verdad, confidentes con los que compartes alegrías y experiencias, inevitablemente eres más feliz, más sereno. El contacto con el otro y el deseo de entender sus valores solo trae respeto sincero. Tenemos que aprender a apreciarnos a nosotros mismos, a admirarnos unos a otros. Al ir más allá de tus propios problemas y cuidar a los demás, ganarás fuerza interior, confianza en ti mismo, coraje y una mayor sensación de calma.

Creo que si alguien realmente quiere una vida feliz, entonces es muy importante buscar algo tanto interno como externo; en otras palabras, desarrollo mental y desarrollo material. También se podría decir ‘desarrollo espiritual’, pero cuando digo ‘espiritual’ no me refiero necesariamente a ningún tipo de fe religiosa. Cuando uso la palabra “espiritual” me refiero a buenas cualidades humanas básicas. Estos son: afecto humano, sentido de participación, es decir “sentido común”, honestidad, disciplina e inteligencia humana adecuadamente guiados por una buena motivación. Tenemos todas estas cualidades desde el nacimiento; no vienen a nosotros más adelante en nuestras vidas.

Apreciarnos a nosotros mismos y admirar a los demás son pilares fundamentales para cultivar relaciones saludables y construir una sociedad más compasiva. Al centrarnos en el bienestar de los demás, también encontramos fortaleza interior y una sensación de paz. Es un recordatorio valioso de que el cuidado mutuo y la empatía son clave para nuestro crecimiento personal y colectivo.

Al practicar la apreciación mutua y el cuidado de los demás, creamos un entorno en el que todos pueden florecer. Al mismo tiempo, cultivamos una conexión más profunda con nosotros mismos al reconocer el valor que aportamos al mundo y al darnos cuenta de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Esta práctica no solo nos enriquece individualmente, sino que también contribuye a la construcción de comunidades más fuertes y compasivas donde todos tienen la oportunidad de crecer y prosperar juntos.

El cuidado de los demás, no solo cultiva nuestra propia felicidad, sino que también contribuye a crear un mundo donde la felicidad y la armonía sean más accesibles para todos. Recordemos que la verdadera felicidad radica en nuestra capacidad para apreciar y cuidar tanto de nosotros mismos como con respeto de y por los demás, y así evitar caer en la trampa de hacer daño a otros como una salida a nuestra propia infelicidad. Si la calma no reina dentro de uno mismo, no puede haber paz en el enfoque de los demás y, por lo tanto, no hay relaciones pacíficas entre individuos o naciones.

“Hay que ser feliz en este mundo; porque los que no son felices se la pasan jodiendo a los demás.” (Facundo Cabral)

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