El Fuero en México: ¿Un privilegio o una necesidad?

Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.
Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.

En México este privilegio se remonta a la época colonial, cuando los funcionarios reales estaban exentos de la jurisdicción de los tribunales locales.

En México, el fuero es un privilegio que protege a ciertos funcionarios públicos de ser procesados por delitos cometidos mientras desempeñan su cargo. Este privilegio está contemplado en la Constitución y es una herramienta que busca garantizar la independencia de los poderes, proteger a los funcionarios de posibles represalias políticas y permitir que se dediquen a sus funciones sin ser molestados por procesos judiciales.

Sin embargo, en los últimos años el fuero ha sido objeto de debate y críticas. Muchos argumentan que se ha convertido en un escudo para la impunidad, permitiendo que los funcionarios públicos cometan delitos sin ser sancionados u obstaculizando procedimientos. Esta percepción se ha visto reforzada por casos emblemáticos como el de Javier Duarte, exgobernador de Veracruz, quien huyó del país mientras estaba siendo investigado por corrupción y otros delitos.

Es por eso que, en distintas ocasiones, se ha propuesto eliminar el fuero en México. La idea es que los funcionarios públicos sean tratados como cualquier ciudadano y que no tengan ningún privilegio ante la ley. En teoría, esto permitiría una mayor transparencia y responsabilidad en el ejercicio del poder.

Sin embargo, eliminar el fuero no es una solución mágica que resolverá todos los problemas del país. En primer lugar, es importante recordar que el fuero no es un privilegio absoluto: los funcionarios públicos que cometen delitos graves todavía pueden ser procesados incluso si tienen fuero. Además, eliminar el fuero no garantiza automáticamente que los funcionarios públicos sean procesados por delitos cometidos en el ejercicio de su cargo. El sistema de justicia mexicano aún enfrenta muchos desafíos, como la falta de recursos y la corrupción, que dificultan la investigación y el enjuiciamiento de los delitos.

El origen del fuero se remonta a la Edad Media en Europa. En esa época, los reyes y nobles tenían el poder absoluto sobre sus súbditos y podían ordenar su encarcelamiento o ejecución sin ningún tipo de juicio previo. Para protegerse de estos abusos de poder, los miembros de la nobleza y del clero comenzaron a exigir un fuero o un conjunto de leyes que garantizara su seguridad jurídica y les permitiera ser juzgados por un tribunal especial, compuesto por sus pares.

Este sistema se extendió por toda Europa y, con el tiempo, se convirtió en una práctica común en las colonias europeas en América Latina. En la era independiente, el fuero se convirtió en una herramienta para proteger a los diputados y senadores de las represalias del ejecutivo. Con el tiempo, se amplió para proteger a una amplia gama de funcionarios públicos, desde el presidente de la República hasta los regidores de un municipio.

Hablando de los antecedentes del fuero en México, este privilegio se remonta a la época colonial, cuando los funcionarios reales estaban exentos de la jurisdicción de los tribunales locales. En la era independiente, el fuero se convirtió en una herramienta para proteger a los diputados y senadores de las represalias del ejecutivo. En la actualidad, el fuero protege a una amplia gama de funcionarios públicos, desde el presidente de la República hasta los regidores de un municipio. Según el magistrado Arturo Nahle García, en Zacatecas más de 800 servidores públicos tienen fuero.

En conclusión, el fuero en México es un tema complejo que no tiene una respuesta fácil. Si bien es cierto que este privilegio puede ser utilizado para proteger a los funcionarios públicos corruptos, también es cierto que su eliminación no es una solución mágica para resolver todos los problemas del país. En lugar de centrarnos únicamente en el fuero, deberíamos trabajar en fortalecer el sistema de justicia, mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, y luchar contra la corrupción. Solo así podremos construir un México más justo y próspero para todos.




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