El 2 de octubre no se olvida: una reflexión desde Zacatecas

Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.
Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.

Su lucha no fue en vano, pues abrió el camino para las transformaciones sociales y políticas que se han dado en las décadas posteriores.

Hoy se cumplen 55 años de la masacre de Tlatelolco, un hecho que marcó la historia de México y que sigue siendo motivo de indignación, memoria y lucha. Debido al momento social que vivimos, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre lo que significa esta fecha para los jóvenes y para el país.

El movimiento estudiantil de 1968 fue una expresión de inconformidad y rebeldía ante un sistema político autoritario, represivo y antidemocrático. Los estudiantes exigían libertad, justicia y participación, valores que siguen siendo vigentes y necesarios en nuestra sociedad. Su lucha no fue en vano, pues abrió el camino para las transformaciones sociales y políticas que se han dado en las décadas posteriores.

Sin embargo, también debemos reconocer que aún hay mucho por hacer para consolidar una democracia plena, donde se respeten los derechos humanos, se combata la corrupción y se garantice la seguridad y el bienestar de todos los mexicanos.

Los jóvenes de hoy son los herederos de aquel movimiento, y tienen el reto de seguir construyendo un país más justo, libre y solidario. Aprovecho estas líneas para enviarles un mensaje de reconocimiento y aliento, pues sé que son el motor del cambio y la esperanza de México. Los invito a que se informen, se involucren, a qué participen y alcen la voz.

Sobretodo porque los jóvenes, en la actualidad, han sido los más vulnerables (y más vulnerados) ante los graves problemas sociales que atravesamos como la inseguridad. Incluso, a propósito de este tema, hace unos días recibimos una noticia que estremeció a la sociedad zacatecana, la privación de la libertad de 7 jóvenes a manos, al parecer, de la delincuencia organizada.

El posterior asesinato de 6 de ellos se suma a los lamentables episodios que hemos vivido en nuestro estado, donde los jóvenes, insisto, han sido los más perjudicados. Tal es el caso de la niña Sofía, de Perla Brillet; de la joven Nayeli, asesinada en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Zacatecas; de los 4 jóvenes originarios de Nieves, así como el caso de las jóvenes provenientes de Colotlán, por mencionar algunos.

Por eso he insistido que el Estado, como ente público, debe insistir en tener políticas públicas que garanticen su esparcimiento, recreación, educación, salud mental y por supuesto, su integridad. Todos somos corresponsables, desde el Gobierno Federal, pasando por las autoridades locales, legisladores y sociedad.

Tanto se ha comentado en días recientes y es lamentable los posicionamientos políticos que hacen algunos diputados que solo buscan reflectores, que buscan vociferar y lucrar con el dolor ajeno, cuando ellos también pueden ayudar a reformar nuestro sistema normativo para endurecer las penas y fortalecer las instituciones. No bastan los minutos de silencio y las críticas fáciles.

Por todo lo anterior, el 2 de octubre no se debe olvidar, porque nos recuerda que la lucha juvenil es permanente y que debemos defenderla con convicción y compromiso. Que este día sea una oportunidad para reflexionar sobre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro como nación. Que sea también un homenaje a los caídos, a los desaparecidos y a los sobrevivientes de aquella tragedia y las que hoy vivimos.




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