
Con esta ceremonia, se cierra una etapa significativa para la Iglesia Católica y se inicia el periodo de sede vacante que llevará a un nuevo cónclave.
CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco fue despedido este sábado 26 de abril de 2025 en una ceremonia que reflejó su legado de humildad y cercanía con los marginados. La misa exequial, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, tuvo lugar en la Plaza de San Pedro y contó con la asistencia de más de 250,000 personas, incluyendo líderes mundiales y fieles de todo el mundo.
La liturgia comenzó a las 10:00 a.m. hora local, destacando la vida del pontífice y su compromiso con los pobres y excluidos. El féretro, de madera sencilla, fue colocado frente al altar mayor, en consonancia con los deseos del Papa de una ceremonia austera. Durante la homilía, se resaltó su dedicación a la justicia social y al diálogo interreligioso.
Tras la misa, el féretro fue trasladado en un papamóvil modificado a través de un recorrido de seis kilómetros por las calles de Roma, pasando por lugares emblemáticos como el Coliseo y el Foro Romano. Miles de personas se congregaron en las aceras para rendir homenaje al Papa mientras el cortejo avanzaba hacia la Basílica de Santa María la Mayor.
Siguiendo su voluntad, el Papa Francisco fue sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de las criptas vaticanas. La ceremonia de entierro fue privada y contó con la presencia de familiares y el cardenal camarlengo. El féretro fue recibido por un grupo de personas marginadas, incluyendo migrantes y personas sin hogar, reflejando el compromiso del Papa con los más necesitados.
Entre los asistentes al funeral se encontraban líderes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski; y los reyes de España, Felipe VI y Letizia. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no asistió personalmente, pero envió una delegación oficial en su representación.
Con esta ceremonia, se cierra una etapa significativa para la Iglesia Católica y se inicia el periodo de sede vacante que llevará a un nuevo cónclave.