Un legado

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

¿Alguna vez se ha puesto a pensar, ciudadano de a pie, si cuando usted abandone este mundo será recordado por otros? ¿Si su paso por esta vida temporal ha dejado marcada su huella en alguien? ¿Si usted está dejando más de lo que se lleva consigo? ¿Cómo imagina que será su partida? Podemos sentarnos en … Leer más

¿Alguna vez se ha puesto a pensar, ciudadano de a pie, si cuando usted abandone este mundo será recordado por otros? ¿Si su paso por esta vida temporal ha dejado marcada su huella en alguien? ¿Si usted está dejando más de lo que se lleva consigo? ¿Cómo imagina que será su partida?

Podemos sentarnos en una calle o plaza o detenernos en el medio de un espectáculo multitudinario, mirar a nuestro alrededor y ver aquello abarrotado de personas que ríen, gritan, van de un lado a otro, algunas con un propósito, otras sin él, pero tal vez todas o por lo menos una importante mayoría de ellas, ni siquiera se ocupan de plantearse alguno de estos cuestionamientos. ¿Usted lo hace?

En lo particular yo me sentiría muy honrado si el día de mi muerte una sola persona derrama una lágrima por mi partida. ¿Usted cree que es poco? Yo creo que es suficiente. Una sola lágrima, sincera eso sí, tiene un valor incalculable. ¿Quién la merece y por qué? Sólo el corazón de quien la derrama lo sabe. Pero esa lágrima puede ser el más grande homenaje que alguien pudiera recibir al partir.

Ahora que si un grupo de personas, una comunidad, por ejemplo, se reúne en torno a un féretro a exhibir con hechos demostrables todo el rastro que en su paso por la vida dejó aquel que se despide y le dedican un minuto de aplausos aquello se convierte en algo más, y solemos llamarlo “legado”.

Un legado es, al final de cuentas, una herencia, la herencia de lo inmaterial pero que consta en la transformación positiva de las personas. Decimos que alguien que se va deja un legado cuando su paso por nuestras vidas caló hondo con un cambio hacia la mejora de las mismas, es decir, un antes y un después, y reconocemos con ello que asumimos la delicada responsabilidad de tratar de hacer lo mismo: un legado, por tanto, no es algo que se nos da para que nos lo quedemos sino para que lo transmitamos a otras generaciones.

¿Recibió usted el legado de alguien? Pregúntese, desde hoy, qué dejará usted.




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