Reprobamos

Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.
Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.

En la evaluación, que como sociedad recibimos sobre la importantísima responsabilidad de tomar con delicadeza en nuestras manos a los más pequeños para encaminarlos hacia una vida adulta íntegra, reprobamos. Hemos fallado. La calificación nos la dio el trágico suceso acaecido el viernes pasado en un colegio de la ciudad de Torreón, Coahuila, en el … Leer más

En la evaluación, que como sociedad recibimos sobre la importantísima responsabilidad de tomar con delicadeza en nuestras manos a los más pequeños para encaminarlos hacia una vida adulta íntegra, reprobamos. Hemos fallado. La calificación nos la dio el trágico suceso acaecido el viernes pasado en un colegio de la ciudad de Torreón, Coahuila, en el que un niño de apenas 11 años ingresó a la institución con dos armas de fuego, hirió a varios y terminó con la vida de su maestra antes de quitarse la propia.

Y digo que fallamos porque si usted piensa que eso no le toca, que usted no tuvo nada que ver y que no tiene responsabilidad en esto, me permito informarle que está usted muy equivocado.

Todo tipo de teorías sobre qué fue lo que orilló a este pequeño a cometer este terrible atropello se han vertido en medios y redes sociales. Lo cierto es que siempre será muy difícil definirlo con precisión, puesto que el sujeto ya no se encuentra; es demasiado tarde. Pero sí es bien conveniente que todos caigamos en la cuenta de que, como él, andan muchos más por ahí.

No juzgo al menor. Está claro que algo en su entorno falló para que aquello aconteciera y que un padecimiento emocional o mental llevó a un desenlace fatal así que yo me pregunto: si este tipo de patologías pueden afectar -y de hecho afectan- a muchos otros ¿cuánto falta para que suceda de nueva cuenta algo similar? Toco madera para que nunca, pero depende de nosotros, de usted y de mí.

No le saquemos la vuelta, todos formamos parte de una red de relaciones con los más pequeños. Desde un contacto casual en sitios públicos hasta en el ejercicio de nuestras responsabilidades en el trabajo, con nuestros familiares o, más aún, como educadores o padres. Y es bien importante que nos demos cuenta de que cada menor es un libro abierto en el que se puede escribir con tintas de paz o de violencia y que no deben dejarse páginas en blanco.

Es momento de preguntarse: ¿qué puedo hacer por los más pequeños que me rodean?




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