Nuestra vida

Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.
Hoy en la Opinión de Juan Carlos Ramos León.

En nuestra vida estará siempre llena de sorpresas. Desagradables unas, agradables las más, pero inesperadas casi todas. Y eso es lo que la hace apasionante. Es como emprender un viaje que, por mucho que se planee, siempre va a encontrarse con imprevistos, como poniendo a prueba nuestra capacidad de improvisación. Al final, es todo menos … Leer más

En nuestra vida estará siempre llena de sorpresas. Desagradables unas, agradables las más, pero inesperadas casi todas. Y eso es lo que la hace apasionante. Es como emprender un viaje que, por mucho que se planee, siempre va a encontrarse con imprevistos, como poniendo a prueba nuestra capacidad de improvisación. Al final, es todo menos aburrida.

A lo largo del trayecto se atravesarán personas, momentos, etapas; plenitud y adversidad; habrá tiempos de luz y también de obscuridad. Sentiremos miedo, gozo, tristeza y desconcierto; unas veces nos irá bien y otras no tanto y en ocasiones llegaremos a desear que ésta termine, aunque esto se desvanecerá y al final prevalecerá un incesante y abrumador deseo de que nunca llegue a su fin.

Como quien camina por el desierto, atravesaremos largas jornadas anhelando que no sea arena lo que nuestros ojos vean y lo que pisen nuestros pies, pero siempre con la certeza de que más temprano que tarde arribaremos a un oasis del que seremos conscientes que en algún momento tendremos que desprendernos para continuar nuestra perenne travesía hacia lo infinito.

¡Ah, cómo seremos bendecidos! ¡En el fondo de nuestra alma sabemos que nunca nos faltará nada! Y es eso, precisamente, lo que nos mantiene vivos, alertas y dispuestos a luchar. Un día más, una nueva experiencia; otra etapa, un lugar diferente; nuevos amigos, centenares de conocidos, historias qué contar y otro tanto de anécdotas qué conocer. Una boca para contar lo vivido y dos oídos para escuchar el doble de lo que otros han vivido, como si se experimentaran tres vidas a la vez.

No hay nada escrito. Cada segundo que sigue al anterior es una letra, una palabra que cada uno escribe de su puño y letra, imprimiendo en esa hoja en blanco cada carácter cual si fuese un pequeño desprendimiento de la propia alma, siendo así cada momento auténtico, una obra de arte única e irrepetible, signo inequívoco de una vida que se está viviendo bien, como se quiere y desea, sin otra dirección o restricción que la propia convicción con que se nace.

Una sonrisa en el rostro. Señal inequívoca de que se va por buen camino. Así es nuestra vida.

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