Éxito

El éxito es un tema del que todo mundo habla, pero que pocos conocen todo lo que se tendría que conocer. Se trata, también, de una especie de estado al que todos aspiramos, pero que para alcanzarlo, pocos estamos dispuestos a pagar el precio.

Los que lo han conseguido -y lo siguen consiguiendo cada día- podrían hablarnos perfectamente de él. Pero igual podrían hacerlo todos los que han fracasado porque, debemos de entenderlo, el camino al éxito atraviesa necesariamente por la senda del fracaso. Y, desde mi punto de vista, un fracasado es todo aquel que todavía no llega, pero que va dando pasos fuertes rumbo al éxito.

El éxito y el fracaso caminan juntos de la mano. El segundo conduce al primero y éste, por lo mismo, le guarda un profundo respeto. Por eso las personas exitosas son extremadamente consideradas con los menos favorecidos y lo suficientemente humildes para recordar siempre quiénes son y de dónde provienen.

Por tanto, no existe nada más alejado del concepto real de éxito que un post en redes sociales de aquellos tipos que suben una fotografía donde salen con un puro en la mano, lente obscuro y de fondo, el paisaje urbano de una ciudad en el extranjero, acompañada de  frases como “para obtener el éxito hay que esforzarse siempre todos los días”. Así puede usted distinguir fácilmente quién es exitoso y quién no.

Las personas exitosas no alardean de lo que han conseguido con su “éxito”, sino que se encuentran trabajando para mantenerse ahí. Si un exitoso conversa contigo lo hará a tu nivel y comentará contigo sobre todas las puertas que se le cerraron en las narices antes de que se le abriera una pequeña ventana por la cual saltó hacia el éxito. Entre los exitosos se encontrará, sí, al prominente hombre de negocios, pero también al universitario que ostenta su recién logrado título y hasta el hombre del puesto de raspados de la esquina que llegó contento a su casa porque logró su objetivo de reunir lo suficiente para ofrecer un día más a los suyos.

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