Antes y después en la comunicación

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Resulta interesante ponerse a analizar los contrastes entre los canales de comunicación interpersonal que teníamos hace unos 30 años y los que tenemos hoy en día. La forma en cómo nos comunicamos marca un antes y un después en el modo en que conectamos, cómo nos relacionamos y qué tan profundas o superficiales son nuestras … Leer más

Resulta interesante ponerse a analizar los contrastes entre los canales de comunicación interpersonal que teníamos hace unos 30 años y los que tenemos hoy en día. La forma en cómo nos comunicamos marca un antes y un después en el modo en que conectamos, cómo nos relacionamos y qué tan profundas o superficiales son nuestras interacciones; es decir, qué tantas emociones permitimos que fluyan realmente por las vías de comunicación actuales.

Usted recordará el correo postal. Cuando usted deseaba entablar una relación a distancia con otra persona tenía que tomarse muchas molestias solo para recibir una respuesta varias semanas después.

¿Y qué pasaba durante ese prolongado e insufrible tiempo de espera?

Usted continuaba su vida de manera normal y sin mayor estrés ni desgaste que ese; tener que esperar.

Ya no sabemos esperar, pero la espera era buena. Nos permitía atender otros asuntos sin depender tanto de la opinión de alguien más y darle tiempo a la contraparte de pensar en su libertad, en los términos del tipo de relación que así se iba fraguando. Aquello era la seguridad de una relación paciente, meditada, profunda y, por lo mismo, muy íntima. Quizás por esto se prestaba más para, precisamente, llevar relaciones de tipo afectivo como amistades y noviazgos.

Luego están las redes sociales en los que se pierde toda intención de privacidad y sentido de intimidad. Lo que se pone ahí es público. En el pasado, los artistas del cine y la televisión, así como los políticos, eran los únicos que se veían obligados a renunciar a su vida privada para convertirla en pública. Hoy ocurre lo mismo con quien abre una cuenta en Facebook, por ejemplo.

Y como tememos un tanto a mostrarnos ante otros tal cual somos, aquello se vuelve un desfile de máscaras sin precedentes. Y así, nos “comunicamos” con otros ocultándonos detrás de un falso o disfrazado perfil de vidas perfectas.

Siendo conscientes de lo que hemos sacrificado para obtener una comunicación más rápida y eficaz. Recordemos que los avances tecnológicos son herramientas que debemos de usar para mejorar nuestra comunicación, es decir, que están a nuestro servicio, y no al contrario.

*soyciudadano [email protected]




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