Nuevos tiempos, nuevos ciudadanos, mismas élites

Inevitable no hablar sobre la irrupción social en Chile, Bolivia, Ecuador, antes de las elecciones en Argentina, y el caso de Brasil, aunque tienen algunas características diferentes se pueden incluir en el modelo de los nuevos tiempos. La última década se ha caracterizado por la emergencia de los movimientos sociales, algunos con mayor éxito que … Leer más

Inevitable no hablar sobre la irrupción social en Chile, Bolivia, Ecuador, antes de las elecciones en Argentina, y el caso de Brasil, aunque tienen algunas características diferentes se pueden incluir en el modelo de los nuevos tiempos.

La última década se ha caracterizado por la emergencia de los movimientos sociales, algunos con mayor éxito que otros, desde Europa y América, si bien Estados Unidos puede ser un caso excepcional, el liderazgo que emergió fue del mismo corte populista, nacionalista, antisistémico y conservador.

Los liderazgos en América Latina, en general presentan coincidencias en carreras e incluso escuelas, profesiones liberales y empresariales. Por ejemplo, Correa, el ex presidente de Ecuador,  estudió una maestría en economía en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y se doctoró por la Universidad de Illinois, Estado Unidos; su sucesor, Lenin Moreno, fue parte de su gabinete. La excepción es Evo Morales, líder cocacolero y negociador nato, sin embargo, un secreto a voces en Bolivia desde 2006, es que quien realmente gobierna es Álvaro García Linera, quien por cierto estudió en la UNAM, en los años ochenta, pero no se graduó de la carrera de matemáticas; desde que fue nombrado vicepresidente, siempre ha organizado foros académicos internacionales para generar el debate intelectual sobre Bolivia y su economía.

El caso de México, tiene similitudes. Toda la elite política se formó en un sistema autoritario, vertical y excluyente. La educación fue un modelo liberal con profesiones liberales, incluida la del actual presidente, qué decir de sus secretarios que están formados en el liberalismo económico y el estado de bienestar europeo. Por cierto, ninguno de ellos, ha sido formado en democracia. Estos perfiles, a pesar de su formación profesional, presentan  características propias de los modelos de liderazgo vigente en su sociedad que se han formado a través de sus instituciones.

En todos estos casos, el sistema de partidos es precario, la mayoría formado en torno a un líder carismático, cacique o caudillo, bajo la vieja tradición latinoamericana de autoritarismo, financiación desde el poder, poca o nula cultura democrática, ausencia de valores culturales y tradición partidaria, e inmersos permanentemente en procesos de desafección institucional. Con estos elementos y características comunes, los actuales gobiernos latinoamericanos enfrentan retos comunes: inseguridad, ciudadanos enojados, polarizados, cansados y desafectos de los mecanismos institucionales de negociación, políticos temerosos de la siguiente elección y con poca o nula disponibilidad para canalizar un océano de demandas crecientes, que ponen en riesgo el equilibrio del pacto social.

 

Nota. En Latinoamérica ha caído la percepción positiva de la democracia como mecanismo de elección de los gobernantes, sean de derecha o de izquierda. El agotamiento de la sociedad frente a las respuestas del gobierno es porque ya no tienen los mecanismos de control del pasado. Está agotada la espera. Esta ola puede llegar a México, si el gobierno no canaliza de manera efectiva las demandas de una sociedad agotada y enojada con los resultados de sus gobiernos.




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