Mi delito…sufrir por ellas

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

Una joven mujer, madre de dos pequeñas de 8 y 11 años, se ve sumergida en un trastorno de tipo psicótico. Ella en una temprana edad fue víctima de agresión de tipo sexual por parte de su padre y nunca recibió atención psicológica. Creció y en la adolescencia padeció el duelo por la muerte de … Leer más

Una joven mujer, madre de dos pequeñas de 8 y 11 años, se ve sumergida en un trastorno de tipo psicótico.

Ella en una temprana edad fue víctima de agresión de tipo sexual por parte de su padre y nunca recibió atención psicológica.

Creció y en la adolescencia padeció el duelo por la muerte de su madre y decide contraer matrimonio para alejarse de su padre.

Pero las experiencias traumáticas de su infancia no le permitieron tener claridad y conciencia sobre el desarrollo de sus hijas.

Su historia

“Me acuerdo muy bien que un día mi mamá no estaba en la casa, porque había ido a trabajar.

Yo tenía 8 años, me acuerdo bien porque mi maestra de tercero me preguntaba porque estaba triste y yo no le podía decir, porque mi papá me dijo que si abría la boca y le contaba algo a alguien, me sacaría las tripas a patadas.

Ese día me habló mi papá y me enseñó una revista con mujeres sin ropa y me dijo que un día me pondría así de sabrosa.

Yo sentí mucha vergüenza, sentí como si se me hubiera paralizado la espalda, me jaló y me empezó a tocar muy fuerte las sentaderas y yo me oriné.

Me aventó y me dijo que me fuera a cambiar, yo nunca me había orinado en la ropa.

Cuando me estaba cambiando de ropa mi papá fue a mi cuarto traía una cerveza en la mano y se recargó en la puerta y se me quedaba viendo bien feo.

Me dijo: date la vuelta y agáchate, yo no quería hacer eso; pero mi papá me gritó: que te agaches o te mato.

Luego sentí mucho dolor, un dolor muy fuerte, y solo lo escuchaba que hacía ruidos con su respiración, yo no supe que pasó, porque me desmayé del miedo o del dolor.

Cuando desperté, mi mamá ya había llegado y me tenían en una cama, yo ya estaba vestida y le habían hablado a un doctor.

Mi papá les dijo que me había caído, maldito viejo, mi mamá le creyó y dijeron que me había pegado con un paraguas en mis partes íntimas y que por eso sangraba.

Todos los hombres son malos, por eso ese doctor también le creyó, yo le quería decir a mi mamá; pero en cuanto se salieron, me dijo mi papá que me callara o me reventaba a patadas.

Mi mamá no sospechó

Yo seguía sangrando y dijeron que ya me había llegado mi periodo, mi mamá no sé qué pensaba o no quería darse cuenta, pero desde ese día yo vivía con mucho miedo.

Yo no tuve hermanos porque mi mamá ya no pudo tener más, mi mamá era más grande que mi papá como con 13 años. Y a mí me tuvo de 43.

En la escuela, la maestra sí notó un cambio en mí, me preguntaba que me pasaba y yo le decía que nada.

Pero cada que me preguntaba yo sentía eso de la espalda, como que se me ponía tiesa y luego sentía que me iba a desmayar. La maestra me sacaba al patio para que me diera aire.

Le dijo a mi mamá que yo estaba mal, que me llevara a un doctor, pero mi mamá solo decía: “es que le hace falta un hermanito”.

Nunca me llevó, yo no sé si se dio cuenta o no, pero lo que sí sé es que mi mamá idolatraba a mi papá, aunque él fuera malo con ella porque la golpeaba mucho.

Una vez escuché a mis tías decir que mi papá le había reventado la matriz de una patada y que por eso ya no podía tener hijos.

Violencia familiar

Yo crecí así, viendo todo eso, escuchando a mi mamá llorar, pero ella me decía tu papá es bueno. Yo no entendía por qué me decía que era bueno, si la golpeaba y a mí me hacía esas cosas.

Cuando mi mamá salía, mi padre aprovechaba la ocasión para ir a molestarme. Me decía cosas asquerosas, muy sucias que me da vergüenza y dolor comentar. Así pasaron 8 años más.

Duelo

Mi mamá estuvo muy enferma esos años. Yo iba a la escuela y saliendo llegaba a cuidarla y darle de comer, porque mi papá se iba en la mañana y ahí la dejaba.

Mi mamá sufrió mucho y yo no podía preocuparla con cosas. Para ese tiempo mi papá ya me usaba como su mujer.

Yo me aguantaba porque no podía dejar a mi mamá y si me iba, pues mi mamá se iba a morir de hambre.

Un día de enero mi mamá perdió la batalla contra el cáncer. Y el único motivo que yo tenía para vivir, se fue de mi lado.

Fue un golpe muy duro para mí, porque en ese momento sentí que el mundo entero se me venía encima. Me aterrorizaba el hecho de que mi padre quisiera hacer de mí su mujer de planta o algo así.

Cuando yo entré a la secundaria nos dijeron que había anticonceptivos y yo los usaba. Mi padre no lo sabía.

Yo caí en una desesperación horrible después de que mi mamá se murió. Empecé a sentir ganas inmensas de morirme, sentía que me daban ataques cardiacos y sentía que quería salir huyendo y correr y correr hasta morirme.

Mi salvación

Había un muchacho que estudiaba ingeniería, era mi vecino y él me hablaba para novia. Un día le hice caso, fue poco después de que mi mamá falleció. Yo no sé cómo le hice; pero en cuanto terminó su carrera nos casamos.

Me llevó a vivir a una casita en Guadalupe, pero yo tenía una grave incapacidad para poder tener intimidad con mi marido.

Cada vez que él se me acercaba, sentía esa sensación horrible en la espalda, me entraba una rigidez terrible y me ponía helada. Con eso y todo quedé embarazada.

Yo, en esa época no le dije que mi papá abusaba de mí. No lo hice por miedo a que me rechazara por ser una mujer violada, sucia.

Nació mi primera hija y con ella una angustia inmensa de que su padre le fuera a hacer algo, yo no dejaba que se le acercara, cuando la tocaba o la quería cargar yo quería matarlo.

Aun así seguimos, porque yo pensaba que eso se me pasaría.

Empecé a tener unas imágenes de pájaros, clarito los veía y sabía que lo que querían era sacarle los ojos a mi bebé, me daba mucho miedo. Poco después nació mi nena la más chiquita.

Serán ángeles

Fue inmenso el miedo de que a mis hijas les pudieran hacer daño. Mi esposo no aguantó esa situación y terminó por dejarme.

Nos divorciamos y yo no puedo permitir de ninguna manera que él vea a las niñas o se las lleve para convivir con ellas.

Todos los días yo voy a cuidar a mis hijas a la escuela. Lo hice desde el kínder. Ahora que mis hijas tienen 11 y 8, la angustia de que algo les pase es mayor.

Porque yo sé que les quieren hacer daño los hombres y ellas no deben estar cerca de ningún hombre, porque todos son malos.

Yo voy al barandal de la escuela y desde ahí las cuido, yo lloro mucho y las maestras me han mandado llamar, para decirme que si todo está bien, pero a ellas qué les importa. Yo solo estoy cuidando a mis hijas.

He pensado que es mejor que ellas se mueran, para que no vayan a sufrir lo mismo que yo, las mamás nos morimos y los hijos se quedan a sufrir y en este mundo no se puede confiar de nadie.

Por eso es por lo que yo me la paso llorando afuera de la escuela, porque no sé cómo darles el veneno.

Compré veneno para ratas, he pensado en dárselos en el licuado, yo no quiero que les vayan a hacer daño como me lo hicieron a mí, así ellas se convertirán en ángeles y se irán con mi mamá.

Deben estar en el cielo

Si ellas se van al cielo, allá estarán bien. Me da mucho miedo que su papá venga y les haga cosas, me da miedo que los otros hombres les hagan cosas.”

Psicosis

La psicosis a menudo puede ser una respuesta a las cosas traumáticas o muy estresantes, que suceden en nuestras vidas.

Los sucesos angustiosos o traumáticos en la infancia de la persona pueden afectar el cómo la persona experimentará e interpretará las cosas en el futuro.

Las personas que han sufrido un trauma en el pasado, a veces pueden sentirse abrumadas o mentalmente “bloqueadas” cuando sucede algo que les hace sentir miedo.

Como humanos estamos constantemente dando sentido a nuestro mundo. A veces las conclusiones a las que llegamos son aterradoras y a veces, estamos equivocados.

A veces, vemos u oímos cosas que no están ahí. Las creencias inusuales (“delirios”) son muy similares a otras creencias o prejuicios.




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