Mi delito… ser su hija

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

Una jovencita de 16 años, vivía una situación familiar que desde su perspectiva era insoportable. Sus padres de personalidades neuróticas y ocupados la mayor parte del tiempo en su trabajo, descuidaban a sus hijos. El estrés de la vida cotidiana los orillaba a ser intolerantes, agresivos y violentos y, sobre todo demasiado exigentes con sus … Leer más

Una jovencita de 16 años, vivía una situación familiar que desde su perspectiva era insoportable. Sus padres de personalidades neuróticas y ocupados la mayor parte del tiempo en su trabajo, descuidaban a sus hijos.

El estrés de la vida cotidiana los orillaba a ser intolerantes, agresivos y violentos y, sobre todo demasiado exigentes con sus hijos.

Los golpes, los constantes gritos y regaños cansaron a la mayor de sus hijas tomando la determinación de irse de su casa. Se refugió en la casa de una señora conocida de una amiga de su escuela. Con resultados para ella, no tan positivos, pero que funcionó como lección a sus padres.

Su historia

Mis papás nunca tienen tiempo para nada, yo no me acuerdo un solo día que me hayan puesto atención, mi papá me decía “tú eres vieja pregúntale a tu madre’, pero si mis hermanos le hablaban les decía no me estés molestando que estoy cansado.

Su rollo era “yo me parto la madre todo el día trabajando para que tengan todo, lo menos que pido es que no me molesten, ni me hablen”, pero a veces se requería hablarle y entonces él se ponía muy mal y nomás volaban trancazos.

Mi mamá peor, siempre estaba enojada, a puros gritos nos hablaba, cuando explotaba agarraba lo que tuviera y con ese nos pegaba.

“Ya me tienen harta, bola de mantenidos, buenos para nada, nomás para dar lata sirven, son unos mal paridos, ni son mis hijos, no tienen mi sangre, como bien molestan”, Pero todo esto adornadito con un chorro de groserías.

Me corrían

Para ellos todo estaba mal, todo lo que yo hacía era malo, estaba mal, feo, era burra, parecía no darles gusto con nada, cuando me regañaban seguro me decían que me largara que nomás les traía puros problemas, “lárgate a ver qué demonios haces, desgraciada mal parida”.

Luego les entraba el remordimiento y nos compraban muchas cosas, ropa, celulares, nada más para decirles a sus compadres que ellos eran rebuenos padres que nos tenían todo lo que necesitábamos, que nos arrimaban de lo mejor. Y nos ponían a enseñarles a los compadres los celulares o las cosas.

Yo tenía que limpiar

Como a mi mamá le rechoca hacer de comer y hacer el quehacer a mí desde bien chiquita me ponía a limpiar la casa, cuando yo salía de la escuela tenía que llegar a limpiar.

Me acuerdo que las primeras veces que me ponían a lavar los trastes me subía a una silla para alcanzar, acababa de entrar a segundo de la primaria y me acuerdo bien porque yo le dije a mi maestra que me enseñara a no romper los trastes porque mi mamá se enojaba mucho.

La maestra le mando a hablar a mi mamá, porque me vio la manita cortada.

Yo estaba lavando un vaso y metí la mano para tallarlo y se estrelló y me rebané toda la piel. Mi mamá en vez de curarme o hacer algo, me golpeó con la mano en la cabeza muchas veces, yo me veía la mano cortada y creía que me iba a morir.

Me echó alcohol en la cortada y sentí un dolor muy horrible, yo creo que me desmayé porque ya no me acuerdo, hasta que tenía la mano con una venda.

Cuando mi mamá habló con la maestra, le dijo que yo era muy traviesa y que me había subido sola a lavar los trastes. No era verdad y me dijo que yo era una mentirosa y que me iba a ir al infierno.

Los problemas crecieron

Cada vez me tenían más harta, los veía y me caían mal, los odiaba, siempre enojadotes gritando, mi papá con la novedad de que se empezó a volver borracho y ahora los pleitos eran entre ellos, se insultaban muy feo, se golpeaban y mis hermanos y yo nada más los veíamos, mi hermano el que me sigue, me decía a ver cuándo se matan ya para que nos dejen tranquilos.

Nada más nos reíamos. Lo que me daba un chorro de asco es que luego de que se peleaban se iban a su cuarto y tenían relaciones sexuales y hacían mucho ruido, yo me tapaba las orejas con las almohadas.

Me volvieron a correr

A los trece años tuve mi primer novio, un niño bien lindo conmigo, nos hicimos novios porque tuvimos que hacer una tarea en equipo y tocó en su casa.

Nos fuimos saliendo de la escuela y su mamá nos sirvió bistec con papas y cuando llegamos, su mamá lo saludo de beso. ¡Mi mamá jamás me había saludado de beso!

Yo me enamoré de ese niño y nos hicimos novios, yo le empecé a platicar todo lo que me pasaba y el me comprendía muy bien. Pero mi papá me vio un día a la salida de la escuela y no nos la acabamos.

Me estiró de los cabellos, me dijo que era una cualquiera y a mi novio le pegó con la mano empuñada y obvio sus papás lo demandaron. Tuvimos que cortar y mi papá me corrió de la casa.

Me fui

Yo no sabía qué hacer le llamé a una tía y le dije que si me podía ir con ella. Nada más dure una semana porque me fueron a pedir perdón, mi papá iba bien borracho.

Llegamos a la casa y mis hermanos estaban muy contentos. Las cosas más o menos estuvieron bien.

Comenzó el infierno

Empecé a tener otro novio, andábamos bien, lo conocí cuando me hicieron mi fiesta de 15 años, duramos un año con un mes. Cortamos porque yo me fui de la casa.

Ese día llegué a las 10:00 de la noche y mi papá ya estaba tomado, era un sábado. En cuanto entré me “volteó” la cara de una cachetada, me dijo que si andaba de ‘güililla’, que él me lo iba a quitar.

Me aventó contra la pared y luego se quitó el cinto antes de que me pegara yo corrí y me fui a buscar a mi novio, yo le dije que me quería ir con él porque ya no aguantaba a mis papás, me dijo que no podía llevarme a su casa, que sus papás no lo iban a dejar.

Yo lo tomé como un rechazo y le dije que si no me ayudaba terminábamos. Me dijo que mejor lo pensara bien.

No sabía qué hacer

No sabía a donde ir, y me acordé que mi amiga Paty, tenía una amiga que vivía en una casa para señoritas. Me fui con ella y le dije que me llevara con su amiga.

Me llevó en un taxi, cuando llegamos a la casa se escuchaba la música y todas la luces estaban prendidas. Mi amiga tocó y salió una señora muy arreglada.

Mi amiga le dijo que buscábamos a Nelly y sí, le habló. Le contamos lo que había pasado y ella habló con la señora, le dijo tía mi amiga trajo a otra ¿Qué se quede?, luego salió la tía y me dijo pasa, aquí te vas a sentir contenta, le pasé y había como una fiesta y había muchachas y señores, fumaban y platicaban, también tomaban.

La señora me dijo que si quería refresco y le dije que sí, me dijo que le iba a poner piquete para que se me quitara el coraje. Me supo bien bueno y me tomé varios, no sé cuántos, porque no me acuerdo.

Me encontraron

Al día siguiente mis papás llegaron por mí como a eso de las 6:00 de la tarde, yo me sentía muy mal, me dolía la cabeza y no me acuerdo de nada. Yo estaba dormida en una cama, no tenía ropa.

Mis papás me levantaron y me llevaron al Ministerio Público que a demandar a la señora por violación y no sé cuántas cosas.

Yo no voy a hablar, no voy a decir nada, porque a mí no me hicieron nada y esa señora nada más me ayudó porque ellos me habían corrido y a mí no me violó nadie y no me pueden revisar porque entonces yo los voy a demandar a todos, porque esa señora me recibió cuando todos me cerraron la puerta y yo no le voy a hacer ningún mal.

Ahora mis papás quieren ir a terapia, pero no ellos, sino llevarme a mí. Ellos nunca reconocerán que están muy mal.

Unidos, pero disfuncionales

La familia es el núcleo más importante en el que se desarrolla una persona, es el agente de socialización primario al ser la primera fuente de información del niño acerca de las normas y roles, y de las expectativas que se esperan de él o ella.

Sin embargo, muchas familias no logran satisfacer las necesidades emocionales o físicas de los hijos; además, los patrones de comunicación de la familia pueden limitar severamente la expresión de las necesidades y emociones de los hijos, al hacerlos víctimas de violencia y ofrecerles un ambiente agresivo para su desarrollo.

Los niños que crecen en familias de este tipo suelen tener una baja autoestima y creer que sus necesidades no son importantes o que los demás no las van a tomar en serio. Como resultado, el abuso y la negligencia impiden al niño desarrollar confianza en el mundo, en los demás y en ellos mismos.

Ubicándolos en una situación de extrema vulnerabilidad en donde el núcleo primario no les ofrece la protección que debería ni el sentido de pertenencia necesario para cimentar su estructura psicoemocional, orillándolos a buscar identidad y pertenencia en lugares peligrosos o grupo




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