Mi delito… no tener voz

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

Siempre que se menciona la palabra prostitución se asocia por un lado con miedo, degradación, tráfico, drogas, algo inhumano y, por otro con la “vida alegre”, diversión, entretenimiento para adultos, entre otras cuestiones; sin embargo, la vida de las mujeres que por cualquiera que sea su causa, tienen la necesidad de realizar esa actividad para … Leer más

Siempre que se menciona la palabra prostitución se asocia por un lado con miedo, degradación, tráfico, drogas, algo inhumano y, por otro con la “vida alegre”, diversión, entretenimiento para adultos, entre otras cuestiones; sin embargo, la vida de las mujeres que por cualquiera que sea su causa, tienen la necesidad de realizar esa actividad para poder subsistir, es muy difícil, triste y peligrosa.

En esta ocasión, una de ellas cuenta su historia; una jovencita terminó presa, acusada de un robo.

¿Quién es ella?

“Me salí de mi casa cuando tenía 14 años, me fui porqué ya no aguantaba, mi mamá era prostituta igual que yo. La diferencia es que yo no voy a tener hijos porque yo no quiero que sufran nada de lo que yo he sufrido.

Mi mamá nomás me tuvo a mí, porque cuando nací le perforaron la matriz y se la tuvieron que quitar, sino quien sabe cuántos hijos habría tenido.

Ella fichaba en la calle, cerca de la central camionera en Guadalajara, pero no tenía cuidador, así que a veces se llevaba “el trabajo” a la casa. Ella decía que eran “amigos” y se ponían a tomar en la casa y yo me iba a dormir.

Después la escuchaba haciendo sus cosas, era muy horrible para mí. Un día mi mamá se quedó muy dormida y el tipo le gritaba que se despertará que para eso le había pagado, mi mamá no reaccionó.

A ese hombre ya lo había llevado a la casa muchas veces, a mí me daba miedo porque se me quedaba viendo muy feo.

Ese día del que hablo, el hombre fue a mi cuarto y aventó las cobijas, me acuerdo muy bien que dijo “hija de prostituta, prostituta”, con palabras muy feas.

Me violó; yo le gritaba a mi mamá, pero no me escuchó. El hombre se fue y cuando ella despertó, me encontró llorando, yo le dije lo que me había pasado y me respondió, que ya sabía para lo que servía, que ya me habían hecho mujer y que ya estaba lista para trabajar.

Mi mamá me decía eso cuando yo estaba toda asqueada, pensé que no iba a terminar igual que ella y ese día decidí que me iba a ir de esa casa.

Se lo platiqué a una amiga de la secundaria y me dijo que ella se iría conmigo porque sus papás le pegaban mucho y que también ya estaba harta”.

La fuga

“Nos fuimos un viernes en la noche, en cuanto mi mamá se fue a su “trabajo”. Había juntado como 500 pesos y agarramos un camión a Aguascalientes.

Era para el tiempo de la feria de allá, le dije a mi amiga que seguro encontrábamos trabajo. Llegamos y nos fuimos directo para la feria.

Nos dieron trabajo vendiendo perfumes, pero nos pagaban poquito. Estábamos muy contentas porque íbamos a ser felices. Se acabó la feria y el trabajo, mi amiga se asustó, dijo que se iba a regresar mejor, pero yo no quería regresar y no lo hice”.

Inicio en la prostitución

“Trabajé en varias cosas, como empleada de mostrador, cuando estaba en un restaurante un señor me dijo que si no quería ser edecán, me dijo que me iban a pagar bien y que solo tenía que vestirme con licras de la marca.

Me fui a trabajar con él, yo tenía 16 años, pero las cosas trabajando así no son fáciles, es muy sencillo que a una le falten al respeto y la vean como un objeto y eso me pasó.

No sé cómo, ni cuándo, pero cuando menos lo esperé ya estaba trabajando como prostituta en la feria, apenas había ajustado 17 años. Me iba bien y con el dinero a una se le olvida todo.

Cuando ajusté los 18 me contrataron en un antro como bailarina exótica, ahí me iba mejor, hasta me pude comprar un carro, pero me empezó a dar remordimientos y he tratado de encontrar a mi mamá, fui a Guadalajara, pero el cuarto en el que vivíamos ya estaba solo.

Me dijo la vecina que mi mamá se había venido para acá y yo me di a la tarea de encontrarla. La busqué y la he seguido buscando, pero nada de ella.

Aquí también me dieron trabajo en un antro como bailarina, luego me jalaron para los masajes; conocí gente como yo, que ha sufrido mucho y ellos se han convertido en mi familia.

En un instante todo se despedazó, yo estaba bailando y veía que un tipo sacaba dinero en dólares, ya sabe, fanfarroneando.

Cuando llegan del norte así son, fantoches, llegan enseñando sus billetes verdes, como ese casi todos.

Se compran ropa en el otro lado, llegan con botas vaqueras bien picudas y lo primero que hacen es ir a buscar placer y alcohol, llegan con los amigos que aquí dejaron antes de irse al otro lado, los invitan y pagan todo.

Me puso un billete y eso fue lo peor, el viejo ese siguió “pisteando” con sus amigos, pedían servicios y arrimaban muchachas. Me decía que me fuera con él, pero todavía me faltaban tres bailes.

Luego ya me arrimé, pero ya estaba muy tomado, dijeron que si nos íbamos a un motel de ahí cerca todos pa’ seguirla, porque ya eran las 5:00 de la mañana.

Fui por cosas que una usa cuando sale, cuando regresé me subí adelante en su troca, junto de con él porque me decía que yo era su vieja, que él me iba a sacar de trabajar de ahí porque tenía muchos dólares.

Me decía que me iba a llevar al otro lado, que allá nadie me conocía.

Estaba bien tomado, a una los hombres le dicen muchas cosas, prometen de todo para les cumplamos más caprichos.

Yo no creo nada de lo que me dicen”.

Su versión

“Llegamos al motel y cada uno pidió su cuarto. Este hombre ya andaba bien borracho. Y luego, luego se quedó dormido. Yo ahí me quede porque no me había pagado.

Despertó como a eso de la 1:00 de la tarde y ni siquiera se acordaba de mí. Dijo que, qué hacía ahí, que quién era yo.

Le dije que me había levantado del table dance, se puso la ropa y se puso a buscar algo y dijo que donde estaba su dinero.

Que él traía como 10 mil dólares, que acababa de llegar del norte, me agarró de los cabellos y me aventó contra la cama, pero como las bases son de cemento me pegué en la frente y me salía mucha sangre.

Me dio una patada y yo le decía que yo no sabía nada de su dinero, él en ese momento traía como mil dólares, pero decía que quería lo demás, yo no le agarré nada, le decía pero él no me creía.

Me golpeaba como si fuera yo un costal, me fracturó la nariz y una muñeca, me dejó con todo el vientre morado de las patadas, casi me mata”.

Me llevaron presa

“Estaba yo ahí tirada, me había registrado mis cosas, todo lo tiró, me rompió la ropa, me dijo que seguro me había metido su dinero por “ahí”.

No le miento, pero hasta “ahí” me lo buscó me sentí violada, dijo que en las cárceles así les llevaban el dinero y las drogas. Que seguro eso había hecho yo, pero yo no tenía nada.

Luego dijo que seguramente tenía una cómplice, pero los demás ya se habían ido. Le llamó a la preventiva y me llevaron detenida.

Yo les decía que él andaba gastando mucho dinero, que les invitaba a sus amigos servicios y que les pagaba a las muchachas, pero no me creyeron, el tipo que dijo que no era cierto y que yo le había robado su dinero.

Me llevaron a la ministerial y ahí me decían que les dijera en donde estaban los 10 mil dólares; yo que iba a saber, me dijo un policía que mejor les dijera para que todo terminara ahí, pero yo no podía decirles nada porque yo no lo tenía, les pedía que me llevaran al hospital y si me llevaron.

Me curaron pero en cuanto salí de ahí me llevaron a la cárcel.

Yo les dije que quería denunciar al que me había golpeado, pero él dijo que yo sola me había pegado contra la pared para hacerme la víctima.

A él le creyeron todo porque llegó su hermano y les dio dinero para que me hundieran, me echaron cinco años por algo que yo no hice. No pude demostrarlo, la voz de una prostituta no tiene valor.

Mi vida en un instante se desplomó. Solo estaba cerca de ese hombre que presumía su dinero”.




Más noticias


Contenido Patrocinado