Mi delito… Conservar mi matrimonio

Historias de Lobos.
Historias de Lobos.

El matrimonio y lo que en sí representa, ha evolucionado a lo largo de la historia; ha sufrido una serie de cambios por lo que se puede decir que el concepto moderno del matrimonio no es el mismo que el que se manejaba en otras épocas. Antiguamente, uno de los aspectos que se contemplaban era … Leer más

El matrimonio y lo que en sí representa, ha evolucionado a lo largo de la historia; ha sufrido una serie de cambios por lo que se puede decir que el concepto moderno del matrimonio no es el mismo que el que se manejaba en otras épocas. Antiguamente, uno de los aspectos que se contemplaban era que a través del matrimonio el marido adquiría un derecho de propiedad sobre la mujer, quien se encontraba totalmente sometida a su poder. En la actualidad este concepto ha cambiado. Hoy el matrimonio se presenta como una manifestación libre de voluntades entre un hombre y una mujer que se unen para constituir un estado de vida permanente, así como para perpetuar la especie; y uno de los fines del matrimonio es que en las relaciones conyugales tiene manifestación la complementariedad de los seres humanos en los aspectos afectivo y biológico, en donde ningún cónyuge es superior al otro y con la unión se hace posible el desarrollo de la potencialidad humana. 

 Esta historia narra las vivencias de una mujer que durante muchos años sufrió no solo violencia física por parte de su esposo, sino que el hecho de ser considerada como un objeto por parte de su marido, la orillaba a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento. 

 

En el noviazgo 

 

 Ya teníamos como 2 años de novios. Ese día, nos peleamos muy feo. Todo empezó porque él no quería que yo siguiera estudiando, la carrera. Me decía que si le seguía algún día lo iba a dejar por alguien mejor que él. Fue muy feo ese pleito estábamos sentados en la cama, hablamos, lloramos y nos decíamos muchas cosas hasta que fue subiendo todo de tono. Ambos habíamos tomado porque estábamos en la fiesta de unos amigos. También estaba celoso porque uno de los amigos le decía que se había sacado la lotería conmigo. Él me decía que yo le estaba coqueteando. Por un momento, las cosas se calmaron y después del abrazo vino un beso; pero algo fue distinto: él fue más brusco que otras veces. Me agarró de las muñecas y yo pensé que estaba jugando. Me aventó contra la pared, lo vi transformado de la cara, yo le decía que así no. Nada valió, no se detuvo. Le supliqué que no, que me dejara. Él me decía que si no quería porque quería mejor con nuestro amigo.  

 

Le grité que porque me había hecho eso. Yo estaba en el piso; me pidió perdón, me ayudó a levantarme, pero le pegué y le dije que no quería volver a verlo en mi vida. Me encerré en mi cuarto porque estábamos en mi casa. Me sentía muy enojada y confundida yo no le dije a nadie porque pensé que nadie me creería. 

 

Lo perdoné 

 

 Lo peor no es eso. Sino que continué mi relación con él, porque me suplicó mucho que volviera a ser su novia. Me juró que nunca volvería a pasar. Le creí, nos casamos a los 2 años de que me hizo “eso”. Se portaba tan diferente, yo estaba segura de que eso no volvería a pasar. La verdad estaba tan equivocada. Después de que me hizo “eso”, nunca volvimos a tener relaciones sexuales. Yo le decía que hasta que nos casáramos y él lo respetó. La verdad el primer año de nuestro matrimonio fue muy bueno. La pasábamos muy bien. En ese momento no sentía arrepentimiento por haberlo perdonado. Me sentía plena y feliz.  

 

Fiestas y alcohol 

 

 Al año exactamente de nuestro matrimonio, hicimos una fiesta para festejar nuestro primer aniversario. Estuvimos tomando con varios amigos y con las familias de los dos. Todo iba muy bien, como a eso de las 4 de la madrugada de ese día le dije que me sentía muy mareada y que me quería ir a dormir. Él me dijo que se iba a quedar otro rato para despedir a los amigos. Yo no me pude dormir y como a la media hora bajé para ver qué estaba pasando. Lo encontré en su computadora, estaba viendo videos de pornografía. Yo le dije que porqué hacía eso. Me dijo que no tenía nada de malo, que solo era para motivarse. Me dijo que me tomara otra copa y me la sirvió muy cargada. Me sentí muy borracha y me quedé dormida en el sillón de la casa. No sé cuánto tiempo pasó pero me desperté sobresaltada porque él estaba teniendo relaciones conmigo. La verdad me sentí incómoda pero no le dije nada porque ya era mi marido.  

 

 

Alcoholismo 

 

 Cada vez era más frecuente que nos emborracháramos. Como él no quería que tuviéramos hijos pues nada nos detenía. Yo creo que a mí me agarró más fuerte el vicio porque yo tomaba más, o yo me ponía más borracha. El problema es que cada vez que tomábamos solos, sin amistades siempre salíamos de pleito. Los problemas eran porque a él le gustaba quedarse mucho tiempo con su computadora en la noche y a mí me daba desconfianza que estuviera viendo videos. Yo le reclamaba y de ahí se hacía más fuerte el pleito. Me insultaba mucho me decía muchas groserías, me gritaba, luego agarraba sus cosas y decía que ya se iba a ir de la casa. Nos jaloneábamos, me decía que parecía una loca y llegó muchas veces a golpearme en la cara. A veces me agarraba de los brazos y me aventaba contra el piso. A veces hasta me tiraba puntapiés. Luego se arrepentía y me pedía perdón. Todo eso pasaba cuando estábamos tomados. Yo me quedaba dormida llorando. Siempre terminaba teniendo relaciones conmigo cuando estaba así. Como que se hizo una costumbre.  

 

Explosión de violencia  

 

Las cosas fueron empeorando. Bastaba que me pusiera una falda que él creyera que era demasiado corta para que comenzara el pleito. Me empezaba a acusar de que no podía tener hijos. Me decía que era porque yo quería andar de “güila” que por eso no me embarazaba. De ahí se agarraba para tratarme mal. Y menospreciarme, me decía que no servía como mujer y que no valía “madres”. Un día fuimos a que nos hicieran estudios y resulto que él era el que no podía tener bebés, Yo estaba sana. De ahí las cosas se volvieron un infierno para mí. Yo lo notaba cada vez más interesado en su computadora, un día que se metió a bañar se me ocurrió prender su laptop. Empecé a buscar a ver cuál era el historial de búsquedas y los archivos. Me dí cuenta de que es un pervertido. Solo encontré videos pornográficos. Pero no me dí cuenta de que había salido del baño. Me arrebató la computadora, gritó, me acusó de “infidelidad cibernética”, azotó puertas, dio manotazos y amenazó con miles de improperios, todo para demostrar su ira y asustarme. No satisfecho con eso, se acercó a mí y comenzó a azotarme en contra de lo que fuera. 

 

Lesiones y violación 

 

 Cuando caí sobre la cama, me encontraba muy confundida y lastimada por los golpes que ya me había dado. Fue cuando el repitió “eso” que me había hecho hace muchos años. Me sujetó de las muñecas con todas sus fuerzas, al grado que las dejó marcadas por varios días, colocó todo su peso encima de mí y con sus rodillas me mantuvo aprisionada. Me jalaba del cabello con la otra mano. No, pude defenderme, pero jamás dejé de gritar. Me lastimó demasiado. Nunca debí regresar con él.  

 

¿Cómo perjudica la violación matrimonial? 

 

La mujer que es violada, por la persona con quien comparte su vida, hogar y familia, experimenta profundas heridas psicológicas. Ella no es, sólo, violada sexualmente, sino que también son violadas sus relaciones íntimas; a la vez que se siente traicionada. 

Muchas víctimas de la violación matrimonial tienen que enfrentar una profunda falta de confianza en sus compañeros, una aguda sensación de temor, falta de confianza en sí mismas y la arrolladora realidad de que esta clase de ataques sexuales pueden suceder nuevamente. 

Las personas que experimentan la violación matrimonial tienen mayor tendencia a ser victimizadas; esto en comparación con las mujeres que han sido violadas por un extraño. 

A lo dicho, hay que sumarle que la mayoría de las personas aún consideran, a la violación matrimonial, como algo que es “menos perjudicial” que la violación por un extraño, dando como resultado que la mujer experimente un apoyo limitado de su entorno.




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