Don Cuco, un hombre dedicado al servicio y una voz ofrecida a Dios

OJOCALIENTE.- Después de 70 años de cantarle a Nuestra Señora de los Milagros, la voz de Refugio Herrera Hernández se apagó. Don Cuco, como era mejor conocido, comenzó siendo un niño cantando en las misas. Al principio, el sacerdote a quien él le ayudaba le pedía que lo acompañara a los templos. Ahí fue donde … Leer más

OJOCALIENTE.- Después de 70 años de cantarle a Nuestra Señora de los Milagros, la voz de Refugio Herrera Hernández se apagó.

Don Cuco, como era mejor conocido, comenzó siendo un niño cantando en las misas. Al principio, el sacerdote a quien él le ayudaba le pedía que lo acompañara a los templos. Ahí fue donde empezó a cantarle a Dios y a la virgen.

Con el tiempo aprendió a tocar el órgano. Sus familiares recuerdan cuando, en un órgano del templo, tocaba El pobre venadito, acción que le valió un regaño del sacerdote.

El permiso de usar el órgano lo obtuvo de otro hombre que dedicó su vida a cantarle a Dios: don Juan Reyna.

Desde pequeño se interesó en realizar diversas acciones en el templo; además de cantar y ser monaguillo fue chamuco de pastorela muchos años.

Luego de casarse con su esposa María del Carmen Cisneros de la Rosa, don Cuco decidió irse a vivir a los Estados Unidos en 1982 para ofrecer una mejor calidad de vida a su esposa y a sus hijos.

Sin embargo, nunca se olvidó del apostolado que emprendió en su tierra natal y cada año viajó desde Los Ángeles hasta su terruño para cantar durante el novenario o docenario dedicado a Nuestra Señora de los Milagros.

La última vez que su salud le permitió cumplir con el compromiso de fe que tenía fue en septiembre de 2015.

“Aunque  las mañanitas eran a las 5 de la mañana, mi abuelito se despertaba desde las 3:30 para ir al templo y en cuanto abrían él no preguntaba: se metía y ayudaba en lo que podía, y durante una hora le cantaba a la virgen”, recordó Claritza, una de sus nietas.

También donó un nuevo órgano al templo cuando el que había se descompuso; sus familiares relatan que constantemente aprovechaba los viajes que cada uno de ellos tenía para enviar diversos instrumentos musicales para los templos del municipio.

Además, fue conocido por ser una persona sencilla y de trato amable, siempre dispuesto a ayudar, pues le abrió las puertas de su casa a muchos ojocalentenses que fueron en busca del sueño americano y que no tenían un lugar para dormir.

Don Cuco fue llevado llevado al cielo este Sábado de Gloria a la edad de 85 años.  Le sobreviven su esposa, sus 13 hijos, 37  nietos y 43 bisnietos.

Imagen Zacatecas – Gema Gallegos