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Diego Sánchez, el novel torero que se llevó el escapulario

El Escapulario de Plata de Nuestra Señora del Patrocinio 2017 cuelga del cuello de Diego Sánchez, quien con esfuerzo e inteligencia supo lucirse ante un reconocido ejemplar de Santa María de Xalpa y echarse a la bolsa a una afición que entendió su manera de torear. En esta corrida del serial taurino, empresarios, ganaderos y … Leer más

Efraín González
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18 de septiembre 2017

El Escapulario de Plata de Nuestra Señora del Patrocinio 2017 cuelga del cuello de Diego Sánchez, quien con esfuerzo e inteligencia supo lucirse ante un reconocido ejemplar de Santa María de Xalpa y echarse a la bolsa a una afición que entendió su manera de torear.

En esta corrida del serial taurino, empresarios, ganaderos y matadores trabajaron en conjunto para lograr que todo lo recaudado en la taquilla fuera íntegro en apoyo a Tauromaquia Mexicana, asociación que realiza múltiples actividades en pro de la cultura del toro bravo.

Feriante, de 540 kgs. y con el hierro de Los Encinos, fue el primero en saltar con mucha alegría, al ruedo para ser recibido por el suave capote de Ignacio Garibay, vestido de grana y oro.

El capitalino brindó al respetable con los brazos abiertos, y se dispuso a trabajar con las rodillas en la arena para luego, con tersura, sacar luces del pitón derecho y poner a tocar a la Banda Sinfónica del Estado. 

Aunque logró una buena estocada tuvo que hacer uso de la espada de descabello, para al primer golpe, darle fin al toro. Su entrega le mereció salir a recibir las palmas de la afición.

De negro y oro, Arturo Macías se enfrentó a Pacharán, de 530 kgs. y proveniente de los corrales zacatecanos de Boquilla del Carmen, que embistió fuerte y bruscamente el capote del hidrocálido, pero salió pronto del castigo que recibió en tres ocasiones.

El Cejas cuajó buenas tandas acompañadas de los acordes de la banda zacatecana, que destacaron más por el lado derecho y en los que supo acomodarse para exponer muslos y pecho en varias ocasiones. A la hora de matar, la mano del hidrocálido fue certera e hizo que el animal doblara en segundos. 

Una parte del tendido pidió la primera oreja de la tarde para el matador, hecho que concedió la autoridad y a la que otra parte del público reaccionó con un abucheo. 

Aún así, El Cejas dio la vuelta al ruedo con su característica sonrisa para agradecer a los zacatecanos el cariño que le ofrecen en cada presentación.

Con un terno de caña y oro, Fermín Rivera salió para recibir a Minero, de la ganadería de Campo Real y con 510 kgs., el que hasta después de un breve puyazo permitió que el potosino pudiera echar muchos vuelos al paño rosa.

El sobrio matador ofrendó su faena a toda la plaza y, con cabeza fría, aguantó las lentas y poco fijas embestidas del animal que fueron de mejor calidad por el lado izquierdo. 

Incluso pidió el trabajo del maestro Salvador García y Ortega, para adornar las tandas que se esforzó porque fueran lo más continuas posible.

Los pacientes muletazos de Rivera fueron mal rematados con tres pinchazos y un aviso desde el palco del juez para ser, hasta el cuarto intento, cuando la espada pudo poner fin a Minero. Con un mal sabor de boca, el alto diestro agradeció los aplausos que sellaron su participación en esta tarde.

Juan Pablo Sánchez, otro torero de dinastía, saludó a Mezcalino con considerables 582 kgs. y la divisa de Pozo Hondo, el cual puso en aprietos al varilarguero que lo castigó en dos ocasiones, cuando por poco lo hace poner pie en tierra.

El matador, de teja y oro, poco pudo hacer ante las embestidas de un toro que salía sin fijeza y con la cara arriba del engaño. Por ello, Sánchez abrevió su participación; al tirarse a matar, la punta de la espada chocó contra los ganchos de una banderilla siendo bueno el segundo intento que hizo doblar al pesado animal en cuestión de segundos.

Ahijado, de 532 kgs. y los colores de Santa Fe del Campo en los lomos, fue el que correspondió en sorteo a Arturo Saldívar, con su terno en verde bandera y oro, quien le hizo los honores de rodillas y ejecutó unos lances de buena manufactura en el primer tercio.

El rubio torero se plantó en el centro del ruedo para brindar al respetable y comenzó a tantear al astado que en poco tiempo mostró embestidas muy cortas y descompuestas. Con ahínco, Saldívar meneó la muleta para tratar de llevar el último tercio a más y hasta se colocó muy en la cara del toro para hacer que el público se mantuviera espectante.

Con la espada de verdad, el torero batalló al picar hueso en cuatro ocasiones y debió hacer uso de su maestría para matar al primer golpe con la espada corta.

De terno verde olivo y oro, Diego Sánchez saludó a un enmorrillado y colorado Compañero, de Santa María de Xalpa, con 522 kgs., y que se caracterizó por humillar y embestir con fuerza en el primer tercio.

El joven espada hizo muestra de inteligencia al trabajar la muleta pacientemente, saber cómo conectar las embestidas del rojizo y hasta permitirse cambios de mano y pases arriesgados. Tan agusto se sintió en la lidia que solicitó los famosos acordes de Genaro Codina para complacer a un público que logró conectar con su tauromaquia.

Las gradas se desgranaron en aplausos cuando el jovencito matador metió la espada hasta la empuñadura e hizo a su enemigo doblar en tablas. Los pañuelos blancos no tardaron en pedir que le fueran entregadas dos apéndices, solicitud que consintió el juez al tiempo que se ordenaba arrastre lento para el último de la tarde. 

Por segundo día consecutivo Carlos Martel, banderillero tlaxcalteca, volvió a ganarse el corazón de la Monumental Zacatecas con varios pares de banderillas bien colocados y que hicieron que los matadores le pidieran que saliera al ruedo a ser reconocido por el público.

Imagen Zacatecas – Isabel Medellín

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