La literatura de viajes ha tenido una larga tradición. El primer poeta reconocido de la antigua Grecia, Homero, cantó el más maravilloso retorno de un viajero hacia la esplendorosa Ítaca, en donde aún aguardaban pruebas por encausar. Sobre los hombros del viajero, naufragios, encuentros, nuevas latitudes, fortunas en las que se contrastaban el añoro hacia … Leer más
La literatura de viajes ha tenido una larga tradición. El primer poeta reconocido de la antigua Grecia, Homero, cantó el más maravilloso retorno de un viajero hacia la esplendorosa Ítaca, en donde aún aguardaban pruebas por encausar.
Sobre los hombros del viajero, naufragios, encuentros, nuevas latitudes, fortunas en las que se contrastaban el añoro hacia una patria, difuminada.
El Nuevo Mundo, entre sus múltiples fórmulas de interpretación y representación iconográfica, fue un tema de consumo en torno a los viajes de aventureros en tierras por los ojos europeos desconocidos.
Si las Cartas de relación de Hernán Cortés fueron, además de su función jurídica, consideradas como literatura, múltiples autores bajo el desliz de la Historia verdadera realizaron escritos a manera de narrativa caballeresca.
El vaivén entre la literatura de hechos reales o la historia con tintes literarios se difumina: molinos de viento, guerreros de a pie y fieros Briareos eran metáforas de peligros y situaciones adversas.
Con todo ello, son pocos los textos que hablan de un viaje de América a Europa, destinado en la interrelación y centralidad del nuevo orbe.
Un poema que ha pasado desapercibido por la crítica literaria –apenas goza de la inclusión en la antología Poesía novohispana de Martha Lilia Tenorio y de un breve análisis de Lino Gómez Canedo– es el de José de Castro Viaje de América a Roma.
Beristain de Souza lo refiere en su Biblioteca hispanoamericana… como Viaje de Zacatecas a Roma y de Roma a Zacatecas, aunque el título correcto es el anteriormente descrito. La posible confusión radica en que es de Zacatecas de donde parte el autor hacia la capital del papado.
Es un poema impreso en tres ocasiones. La primera en 1689 por la casa madrileña de Juan García Infanzón; la segunda en 1690 en México por la casa de Rodríguez Lupercio; y la tercera en 1745 por la casa de Hogal.
El poema de José de Castro es un romance, esto es, conjunto de versos organizados en cuartetos octosílabos con rimas consonantes o asonantes en segunda y cuarta.
La razón del texto es para dar cuenta del viaje que tuvo el poeta zacatecano al Capítulo General de 1688, pues no hay que olvidar que José de Castro perteneció a la orden franciscana.
El tono del poeta es jocoso y festivo. La partida de Zacatecas a Roma es un poco incierta en el recorrido, pues pasa por el sitio de las minas de Sombrerete. Así lo dispone en el siguiente verso:
Viéndome, pues, precisado
a acometer tanto empeño
del cabo del Nuevo Mundo
al cabo de Mundo Viejo,
me pasé por Zacatecas,
Sombrerete y otros puestos,
en donde los pechos nobles
de generosos mineros,
para tan larga jornada,
piadosos me socorrieron;
atendiendo a que, lector,
como andante caballero,
a pie y en Indias, me hallaba
de todos medios ajeno.
(Primera parte)
Imagen Zacatecas – Salvador Lira