Damos un recorrido por el Cerro del Teúl la zona arqueológica

Este espacio y sus monolitos ya habían sido descritos en ilustraciones del siglo 19 por personajes. | Foto: Cortesía.
Este espacio y sus monolitos ya habían sido descritos en ilustraciones del siglo 19 por personajes. | Foto: Cortesía.

En la época virreinal, el pueblo fue nombrado como San Juan Bautista del Teúl.

TEAÚL DE GONZÁLEZ ORTEGA.- En nuestro hermoso estado hay algunas ruinas y muestras de arquitectura prehispánica, siendo la más famosa “La Quemada”,  pero otra de las más importantes y que, tal vez usted no conoce, está situada  en el cerro del Teúl.

El cerro del Teúl es considerado una de los recintos más grandes y complejos dentro del patrón de asentamiento del noroccidente de México. Los vestigios encontrados en este lugar dan pistas de que este lugar fue ocupado de forma continua durante por lo menos 1,800 años.

Según se puede intuir por su posición, este lugar fue un asentamiento gracias a la presencia de manantiales en la meseta media del Cerro del Teúl, este fue factor decisivo para que se pudiera fundar un centro ceremonial en época prehispánica.

Este lugar era lo que en ese tiempo se llamaba un altépetl o una “montaña de agua”, en la época virreinal, el pueblo fue nombrado como San Juan Bautista del Teúl, advocación que se daba a ciertos asentamientos donde se veneraba a una deidad de la lluvia y la fertilidad.

Los antiguos teulenses adaptaron cuatro niveles principales en la ladera nororiental del cerro y también diseñaron un sofisticado sistema de canalización del agua que se puede observar en espacios como la Plaza Principal.

La explanada abarca 45 m de longitud por 22 m de anchura, y se integra por dos pirámides, la de menores dimensiones al norte y la mayor al este, más una gradería que pudo usarse para ceremonias públicas.

Cuenta con una gran plaza

En esa explanada se conmemoraban algunos mitos de creación. Al centro de la misma se recuperaron restos de un altar circular, y cerca de él los vestigios de un fogón.

La orientación de los basamentos es coincidente con el eje que guardan, por ejemplo, las pirámides principales y la Calzada de los Muertos de Teotihuacan: cuestiones simbólicas y cosmogónicas provenientes del Centro de México están presentes aquí.

La evidencia arqueológica contrastada con datos etnográficos de los grupos indígenas del Gran Nayar, una región próxima, permiten acercarse a la función de los espacios.

Esta edificación tiene un pasaje que conecta a la Plaza Principal con el Patio Hundido, el cual es de planta casi cuadrangular (45 m x 45 m) y está delimitado por muros altos. En ese lugar, donde también debieron recibirse peregrinaciones, se localizaron entierros con ofrendas de vasijas y objetos de cobre, algunos individuos presentaban modificaciones culturales como el limado dental y la deformación craneal.

Hay una cancha del Juego Pelota, conformada por dos muros laterales y dos cabezales que forman la tradicional “I” latina. Uno de sus rasgos distintivos fue el hallazgo de un par de esculturas en piedra que representaban a jugadores (debieron ser cuatro en total).

Este espacio y sus monolitos ya habían sido descritos en ilustraciones del siglo 19 por personajes como el topógrafo militar Carl de Berghes y el ingeniero Juan Ignacio Matute.




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