Tengo activado en mi teléfono un sistema de alertas con las noticias más relevantes que se generan al momento. De las que más me duele enterarme, y que parecieran estarse dando de pronto con mayor frecuencia, es de las relacionadas con tiroteos en escuelas y universidades, principalmente de los Estados Unidos. La última que recibí … Leer más
Tengo activado en mi teléfono un sistema de alertas con las noticias más relevantes que se generan al momento. De las que más me duele enterarme, y que parecieran estarse dando de pronto con mayor frecuencia, es de las relacionadas con tiroteos en escuelas y universidades, principalmente de los Estados Unidos.
La última que recibí hasta el momento de redactar este comentario fue: “Reportan tiroteo en Universidad Central de Michigan”. Después me enteré de que aparentemente se trató de un joven de 19 años que asesinó a sus padres en uno de los edificios de dormitorios estudiantiles de dicho instituto. Cualquier cantidad de por qués se me vienen a la cabeza y es que todo en este sencillo cuadro me parece completamente absurdo, como absurdo me parecen las aspirinitas que las autoridades de ese país quieren irle dosificando al dolorón de cabeza que esta problemática representa.
En verdad no les veo ganas de ponerle punto final al asunto. Quieren seguir combatiendo fuego con fuego porque ya hasta se les ocurrió armar a los maestros, ¡hágame usted el favor! Aunque con todo mi corazón no lo quiero, veo muy difícil que esto vaya a cambiar de giro pronto. Ojalá que me equivoque.
Aunque hay muchas cosas que admiro de nuestros vecinos del norte me parece que hay detalles de su dinamismo social que no funcionan y uno de ellos es que se han impuesto tantas reglas que ya hasta se les olvidó el para qué las crearon y sólo les han servido para aislarse unos de otros entrando en una espiral de “no te metas conmigo y no me meto contigo” que los ha llevado a ignorarse por completo entre ellos y me refiero a que nadie se atreve ya a decirle al otro: “ven, vamos, tomemos un café y platiquemos, cuéntame ¿cómo te sientes?” y así sus relaciones se limitan al plano físico con meras intenciones desechables de “úselo y tírelo” de mutuo consentimiento.
De esta forma coexisten banca a banca un premio Nobel y un multihomicida, ambos en potencia bajo el techo de un sistema que ya ha mostrado sus evidentes fallas.
Imagen Zacatecas – Juan Carlos Ramos León