Reforma hacendaria y educación

La reforma hacendaria propuesta por el gobierno de Enrique Peña Nieto ha dado mucho de qué hablar en estos días. En general, los analistas económicos coinciden en que es benéfico que se mantenga exento el pago del IVA a alimentos y medicinas, así como al transporte urbano, libros y revistas. Sin embargo, hay aspectos de esta … Leer más

La reforma hacendaria propuesta por el gobierno de Enrique Peña Nieto ha dado mucho de qué hablar en estos días. En general, los analistas económicos coinciden en que es benéfico que se mantenga exento el pago del IVA a alimentos y medicinas, así como al transporte urbano, libros y revistas. 
Sin embargo, hay aspectos de esta reforma que, de aprobarse como se ha presentado, lastimaría enormemente el bolsillo de la población de clase media y media baja, que suele cargar con los platos rotos de una clase política voraz y obesa. De manera singular, sobresale la eliminación del IVA a los servicios de  educación privada. 
Para empezar, esta propuesta es absurda porque el estado no ofrece posibilidades reales de dar cobertura a la población. Por ejemplo, en el ciclo escolar 2012-2013, en Guanajuato 30 mil jóvenes no obtuvieron lugar para cursar el bachillerato, según cifras oficiales. 
Por falta de espacios, el rector de la UANL señaló hace unos días que alrededor de 14 mil aspirantes a ingresar a la preparatoria o las licenciaturas en esa casa de estudios habían sido excluidos. 
Pero esas cifras son menores con respecto a las ofrecidas por la UNAM, cuyas autoridades informaron en julio pasado que de los 61 mil 840 estudiantes que presentaron exámenes para ingresar a una de las licenciaturas de dicha Institución, sólo fueron seleccionados siete mil 923. Esto significa que quedaron fuera casi 54 mil jóvenes. 
En realidad, las cosas se complican cuando se pasa de las ideas abstractas a los datos concretos. ¿Qué pueden hacer los padres, cuyos hijos no son seleccionados para ingresar a la educación pública? ¿Qué sucede cuando las opciones educativas de una universidad pública no responden a las expectativas de un joven?  ¿Qué hacer cuando en algunas escuelas de educación básica tienen meses sin clases porque los maestros están en paro? ¿Dónde encuentran cabida las personas con limitaciones de horarios, que se ven obligadas a trabajar para costear sus estudios? 
Oponer la educación pública a la educación privada es de una gran simpleza.  Son muchísimos los aspectos que intervienen en la elección de instituciones donde se realizarán estudios en todos los niveles educativos. Hay escuelas públicas y privadas de calidad y también las hay mediocres.  
Hace unos días leí una investigación, donde la autora, después de analizar cifras sobre educación privada y pública se hacía la siguiente pregunta: ¿Es posible que la educación privada forme ciudadanos, cuando se le significa como mecanismo para competir y dejar atrás a los otros?
Esa pregunta no merece el más mínimo comentario. En todo caso, es probable que este punto de la propuesta hacendaria sea excluido por falaz y autoritario. 

Imagen Zacatecas – Elizabeth Sánchez Garay




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