Radical chic y Punto Final

Creo que nada me sorprende durante las campañas, pero sí, varias cosas llaman mi atención: el desprecio por el capitalismo, el creciente rechazo al libre comercio, el anhelo porque el Estado controle los precios y la propiedad privada, la nacionalización de las empresas y todo aquello que lleve a México a cerrarse al mundo. Pero … Leer más

Creo que nada me sorprende durante las campañas, pero sí, varias cosas llaman mi atención: el desprecio por el capitalismo, el creciente rechazo al libre comercio, el anhelo porque el Estado controle los precios y la propiedad privada, la nacionalización de las empresas y todo aquello que lleve a México a cerrarse al mundo.

Pero lo más curioso, no son las posturas en sí, sino quién las promueve, prácticamente todos los promotores que conozco de las causas mencionadas hacen su proselitismo en, mediante y desde productos o servicios surgidos de lo que tanto critican.

Los manifiestos más sentidos sobre el libre mercado y capitalismo se promueven en redes sociales y son creados, editados y compartidos gracias a teléfonos inteligentes, tabletas o computadoras que llegaron a estos promotores gracias al libre comercio y voraz capitalismo.

Las más apasionadas charlas contra el libre comercio se dan en cafés o cantinas surtidas de productos extranjeros que llegaron a esos lugares… gracias al libre comercio.

A esta particular forma de hacer proselitismo sobre alguna causa sin renunciar a ningún beneficio o comodidad y sin más compromiso que la autopromoción se le llama radical chic.

El término fue acuñado por el periodista estadounidense Tom Wolfe, en un artículo publicado en 1970 y titulado Radical Chic: That Party at Lenny’s.

En el texto Wolfe critica la frivolidad de quienes abrazan causas sociales o movimientos políticos con el mero afán de promoverse, reivindicarse o expiar alguna deuda moral con la sociedad.

Tom Wolfe narra que la idea de bautizar como “radical chic” a los frívolos promotores de causas inversas a su status quo, surgió luego de asistir a una fiesta organizada por Leonard Bernstein para reunir fondos para el Partido de las Panteras Negras.

Lo paradójico es que las Panteras se autodenominaban como anticapitalistas, maoístas, socialistas revolucionarios–antiimperialistas, y aprovecharon la reunión para lanzar improperios contra todo aquello de lo que se estaban sirviendo e hizo ricos a los anfitriones del encuentro.

Como anécdota y de la incongruencia e incongruencia, es que luego de un largo análisis de la reunión se descubrió que sólo las “Panteras Negras” y un mesero eran afroamericanos.

Después de esta impresión Wolfe escribió el artículo y perfecta descripción de este activismo como acelerador de status y corrección política.

Punto Final

¿Conoce algún radical chic?
*[email protected]

Imagen Zacatecas – Pablo Torres Corpus