Mortalidad materna
En México siguen falleciendo mujeres por muerte materna. Tan solo en lo que va del año 48 mujeres han muerto en Chiapas durante el embarazo, parto o 42 días después, reporta el periódico El País. Esta entidad es el segundo lugar nacional con mayor número de muertes por complicación en el embarazo. Susana murió en … Leer más
En México siguen falleciendo mujeres por muerte materna. Tan solo en lo que va del año 48 mujeres han muerto en Chiapas durante el embarazo, parto o 42 días después, reporta el periódico El País. Esta entidad es el segundo lugar nacional con mayor número de muertes por complicación en el embarazo.
Susana murió en 2013 al dar a luz a una pequeña en los Altos de Chiapas; su caso es emblemático, ya que al morir los médicos reportaron a su familia que había muerto porque no pudo soportar varias operaciones: cesárea, extracción de vesícula y ligamento de trompas. Todo en una sola intervención.
Esto podría ser a primera vista, un caso más; sin embargo, hay indicios que señalan que Susana no dio su consentimiento consciente para realizar todas las cirugías a las que fue sometida. Esta mujer de 26 años sabía leer y escribir, pero utilizaron su huella digital para la aprobación de las cirugías, lo que resulta sospechoso.
El tratamiento de Susana nos lleva además al tema de esterilización forzada a mujeres en situación de pobreza, se aprovechan las cesáreas para que el médico corte o ligue las trompas de Falopio. Una forma rápida de esterilizar a las mujeres que depositan su confianza en los especialistas de la salud.
Aquí, yace una gran contradicción de sistemas como el nuestro: por una parte la mayoría del país se aferra a la penalización del aborto y por otro, se niega la reproducción a mujeres que desean ser madres. Tal parece que el derecho a elegir en México está vinculado a la situación socioeconómica de las mujeres.
La muerte materna es un claro indicio de privación de los derechos humanos más fundamentales, a saber, el acceso a la salud y la no discriminación. Es uno de los momentos en la vida de las mujeres en que necesitan mayor atención y apoyo, momento en el que su bebé requiere todos los cuidados para nacer sano y fuerte.
Sin embargo, la falta de infraestructura adecuada es uno de los principales detonantes de este problema. La clínica en que murió Susana tiene apenas 10 camas y atiende a una población estimada de más de 200 mil mujeres mayores de 12 años. Unas 100 madres acuden diariamente al centro de salud en busca de atención médica.
La discriminación que sufren las mujeres embarazadas en riesgo de morir, no solo es de género sino socioeconómica. Es en las zonas con mayores carencias, en donde la infraestructura es insuficiente, en donde se reportan más muertes y esto no solo se proyecta a nivel nacional sino entre los países.
Así, el problema se extiende a todo el mundo, ya que según cifras de la ONU cada 90 segundos muere una mujer por problemas relacionados con el embarazo. Habría que analizar el lugar que ocupa nuestro país en el concierto de naciones, además de hacer una minuciosa revisión de las tremendas desigualdades internas que reportan las muertes maternas. Es decir, ver a nuestro país en perspectiva regional: norte, centro y sur; en perspectiva rural y urbana; y en perspectiva económica: ingreso bajo, medio y alto.
Desentrañar las estadísticas puede darnos visiones por demás interesantes y alarmantes de como construimos la desigualdad de género y económica en México.
Las madres muertas son un indicador fundamental de la inequidad, tomarlo en cuenta nos puede llevar a reforzar las políticas de salud desde la necesidad más básica para que toda sociedad pueda prosperar: la maternidad elegida, sana y segura.
Directora del Centro de Justicia para Mujeres
Imagen Zacatecas – Mara Muñoz Galván