Libertarismo y punto final

Es común que cuando se expresa alguna opinión que no es del agrado de cierto sector o grupo, o cuando se comentan ideas tan arraigadas como los dogmas venga la descalificación fácil. En muchas ocasiones me han llamado izquierdista, derechista, conservador y hasta libertino, según sea la crítica; la semana pasada me dijeron que “el … Leer más

Es común que cuando se expresa alguna opinión que no es del agrado de cierto sector o grupo, o cuando se comentan ideas tan arraigadas como los dogmas venga la descalificación fácil.

En muchas ocasiones me han llamado izquierdista, derechista, conservador y hasta libertino, según sea la crítica; la semana pasada me dijeron que “el izquierdismo progre comienza a hacer estragos en mi conciencia”, luego me dijeron que: “la promoción que haces de la derecha es inmoral”.

Tan elaboradas citas me causaron gracia, pero también me llevaron a pensar sobre lo estrechas y simplistas que son las etiquetas ideológicas y el maniqueísmo con que vemos a quien piensa distinto.

En lo particular no me considero ni de eso que llaman derecha, ni de eso que dicen es izquierda.

Simpatizo con los postulados de la izquierda sobre las libertades y derechos civiles, la protección de los derechos humanos de las personas sin importar preferencias sexuales, género, religión etcétera.

Pero, no comparto las ideas de la izquierda sobre la propiedad privada y la intervención del Estado en la economía o sus limitantes al libre mercado y la competencia económica.

De los que se dicen de derecha no comparto ni remotamente su tentación de legislar la “moral” o preferencias íntimas de los ciudadanos, pero me agrada la plena libertad que dan a la economía, mercado y ciudadanos para limitar la acción del Estado en el plano económico.

Por lo anterior no me considero ni de izquierda ni de derecha, si tuviera que adherirme a una etiqueta, no sería la de los extremos.

En todo caso me declararía libertarista o afín al libertarismo, cuya premisa es la libertad plena del individuo para elegir con ética y política lo que más le conviene en el corto, mediano y largo plazo sin afectarse ni afectar a los demás.

Aunque el libertarismo tiene en el liberalismo clásico y objetivismo sus principales fuentes, es relativamente joven, el término se empezó a utilizar a mediados del siglo pasado en algunos círculos económicos para después extenderse a la política y el derecho.

El libertarismo no goza de la popularidad de las izquierdas y derechas, pero actualmente ha genera debates más intensos y postulados más interesantes.

 

Punto Final

Creo y confío más en los hechos del hombre libre, que en las etiquetas de formación.

*[email protected]

Imagen Zacatecas – Pablo Torres Corpus




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