Huevos

Cada mañana, en el desayuno, todos conocemos a quien come un huevo con la yema líquida, hervido, a veces tibio o frito. Cualquier semana, el mismo conocido consumirá huevos en otras comidas: revuelto, soufflé, como aglutinante para empanizar un pescado, en repostería o pasta fresca. Conozco a quien come entre 10 y 15 huevos semanalmente. … Leer más

Cada mañana, en el desayuno, todos conocemos a quien come un huevo con la yema líquida, hervido, a veces tibio o frito. Cualquier semana, el mismo conocido consumirá huevos en otras comidas: revuelto, soufflé, como aglutinante para empanizar un pescado, en repostería o pasta fresca. Conozco a quien come entre 10 y 15 huevos semanalmente. Supongo que lo hace debido a sus propiedades de cocción casi mágicas, pero también como un guiño al mandato dietético dogmático de los sistemas sanitarios gubernamentales que han usado el dinero de los contribuyentes para convencernos de que esta comida natural perfecta es algo que debemos restringir, incluso temer. Y, adivine qué. Esos comedores de huevos han mantenido su peso corporal saludable y normal, y viven para contarlo.

Así que, perdónenme si no aplaudo el reciente edicto de la Agencia de Normas Alimentarias (FSA) de los Estados Unidos que nos dice que las mujeres embarazadas, los bebés y los ancianos ahora pueden comer huevos crudos o cocidos sin consecuencias calamitosas, como si esto fuera una especie de revelación divina o logro reciente. De todos modos, es mejor tarde que nunca.

Finalmente, después de demonizar a los huevos durante un cuarto de siglo o más, los autores de las guías alimentarias sobre los huevos del gobierno americano (que los mexicanos frecuentemente copiamos), que antes decían que los huevos podrían obstruir las arterias y tener carácter casi venenoso, están desmantelando sigilosamente las luces rojas intermitentes que han puesto en la mente del público alrededor de este alimento nutricional elemental. Ahora, al igual que los delincuentes que participan en programas de justicia restaurativa, necesitamos funcionarios públicos y asesores científicos que nos quiten los temores que han pesado sobre los huevos para declarar un mea culpa y reflexionar sobre cómo nuestra adhesión a la ortodoxia vestida de “alimentación saludable” envió al exilio uno de los paquetes de alimentos más inteligentes de la naturaleza.

Es difícil pensar en cualquier alimento que pueda competir con los huevos en términos generales de salud. Nos proporcionan proteínas de alta calidad que contienen aminoácidos esenciales en las proporciones precisas que requiere el cuerpo para un crecimiento y mantenimiento óptimos. Los huevos superan a todas las otras fuentes de proteínas de origen animal y vegetal. La proteína es el macronutriente que más eficientemente satisface el apetito. También reduce la secreción de grelina, la hormona estimulante del hambre. Un grupo de investigadores sugiere que los huevos podrían ayudarnos a mantenernos delgados. Por ejemplo, un ensayo encontró que las mujeres que comían huevos para el desayuno se sentían más llenas y consumían menos calorías durante el resto del día y durante las siguientes 36 horas.

Los huevos se conocen como “la píldora multivitamínica natural”, con amplia justificación: contienen un montón de vitaminas, A, D, E y B, en cantidades significativas. También son un tesoro oval de minerales y micronutrientes más oscuros pero vitales. Si existe un genuino “súper alimento”, el huevo lo es. Sin embargo, muchos mexicanos se preocupan al comer huevos porque nos han alimentado con el miedo a este alimento tan versátil, y como ciudadanos influenciables, muchos de nosotros nos lo tragamos.

Durante décadas, el evangelio de la salud pública rezó que no debemos comer más de dos huevos a la semana. El huevo fue la primera víctima de la enfermiza fijación contra el colesterol a fines del siglo 20; las yemas lo contienen. Este pensamiento argumentaba que el colesterol que se produce de forma natural en los alimentos causa enfermedades cardíacas y cerebrovasculares. No es así. Realmente, el colesterol de origen alimentario es un componente vital. Entre otras cosas, sana y repara el cuerpo, respalda nuestra función cognitiva y ayuda a nuestros cuerpos a producir vitaminas y hormonas.

Así que, cualquiera que sea su ánimo actual: hambre, dieta, banquetes, ahorro, trabajo, viajes, convalecencia o simplemente porque si, es difícil ganarle a un huevo.

Imagen Zacatecas – Antonio Sánchez González