
Son precisamente los ochotes, los que en su muerte traen más vida con las lluvias, | Foto: Imagen.
JALPA. – Con la temporada de lluvias, la gente del campo sabe que vendrá una temporada de delicias naturales, no solo por las cosechas sino por un manjar silvestre que solo se come en estas temporadas, este manjar son los hongos. Estas nubes en el cielo traen consigo la esperanza, las gotitas de agua que … Leer más
JALPA. – Con la temporada de lluvias, la gente del campo sabe que vendrá una temporada de delicias naturales, no solo por las cosechas sino por un manjar silvestre que solo se come en estas temporadas, este manjar son los hongos.
Estas nubes en el cielo traen consigo la esperanza, las gotitas de agua que caen a la tierra son benditas, pues traen vida y prosperidad a los campos sedientos, y con esa bendita agua, vienen muchas sorpresas.
Los árboles agradecidos pronto cambian el aspecto de sus ramas, que dejan de ser secas y grisáceas para convertirse en hermosas y frondosas sombras verdes, todo enverdece por igual.
Acá en Jalpa se reverdecen los mezquites, las uñas de gato, las temachacas y los guaches, los ochotes también se cubren de miles de hojas delgadas.
Y son precisamente los ochotes, los que en su muerte traen más vida con las lluvias, y es que de ellos salen unos ricos hongos, los hongos de ochote.
Estos hongos también son conocidos como ozote son comestibles y crecen de forma silvestre en la temporada de lluvias, éstos salen de los ochotes caídos que con el tiempo tienden a podrirse.
Y es que son producto de la lluvia y la humedad de su madera que ya seca se convierte en una especie de láminas esponjosas.
Ahí escondidos en las entrañas de un árbol muerto, surge de nuevo la vida, primero como una especie de huevo pequeñito, casi imperceptible, que poco a poco toma forma de hongo como si fuera una sombrilla pequeña.
Su tamaño puede ser igual a un huevo, o más grande que la palma de la mano, comenta Liliana Serna, quien nos llevó a la búsqueda de hongos de ochote.
Liliana, es una de las personas que año con año, disfruta de recorrer los campos en la búsqueda de los hongos de ochote.
Aunque a ella en particular no le gustan, va a buscarlo para dárselos a su mamá a quien no le gustan, le fascinan, comenta.
Una señal característica de que un hongo ya está bueno para comerse, es su color amarillo brillante intenso, la piel aterciopelada luce bellísima.
Al interior del hongo hay cientos de pétalos casi blancos que también denotan la calidad del alimento, mencionó.
En Jalpa y la región, los hongos de ozote son muy valorados, pues, su sabor es delicioso, aunque suelen ser algo costosos, pues encontrarlos requiere de largas caminatas en el campo.
La gente que los ama, no duda en gastarse mínimo unos 200 pesos para comprar una buena cantidad y degustar de tan delicioso platillo.
La forma de prepararlos es diversa, pero una de las más comunes es el mole, donde los hongos se cuecen con sal, cebollita y ajo, y luego ya cocidos se agregan al mole.
Ese mole puede ser elaborado como a la gente más le guste, dulce o salado, ya estando ahí, los honguitos de ochote, se convierten en una especie de pechuga de pollo.
Sin embargo, los hongos de ochote pueden prepararse de múltiples formas, fritos con huevo como si fueran champiñones; en caldito, solo cocidos, de cualquier forma son deliciosos.
En Jalpa y la región es común verlos en venta con las personas que venden nopalitos o verduras del día en el mercado, hay quienes también se dedican a recolectar y vender todo lo que produce el campo de forma silvestre.
A lo largo del año, puede ver vendedores callejeros vendiendo cosas como temachaca, guache, pitayas, quelites, verdolagas, hongos de ochote, entre otros.
Ahora ya es la temporada de los hongos de ochote, y lo será por al menos un mes o mes y medio.
Pues mientras siga lloviendo y haga calor, se darán las condiciones para que éstos broten de los troncos muertos, donde los ochotes dan el último regalo a los humanos.