El final del Ágora

Nuestra breve narrativa de este día se relaciona al historial, objetivos y uso de una institución educativa y establecida en esta ciudad a mediados del siglo XIX, que influyó notablemente en el rescate y desarrollo de la minería en Fresnillo. El objetivo central: capacitar debidamente a quienes se convertirían en profesionales en minería. El inmueble, … Leer más

Nuestra breve narrativa de este día se relaciona al historial, objetivos y uso de una institución educativa y establecida en esta ciudad a mediados del siglo XIX, que influyó notablemente en el rescate y desarrollo de la minería en Fresnillo. El objetivo central: capacitar debidamente a quienes se convertirían en profesionales en minería.

El inmueble, patrimonio histórico del pueblo de Fresnillo, data de 1853. Un decreto firmado por Antonio López de Santana dio origen a la Escuela Práctica de Minas y Metalurgia en Fresnillo. Institución primera en lo profesional en la historia de la educación en esta ciudad y segunda a nivel nacional después del Colegio de Minería establecido en la ciudad de México.

Como escuela, su historial comprende hasta el año de 1861. Cerró sus puertas y se traslada a Pachuca, Hidalgo. Las causas: obtusos criterios políticos del gobierno centralista. Flagelo que desde los orígenes de este pueblo han impedido su total independencia y desarrollo.

El edificio en aquel tiempo no fue abandonado; inclusive se terminó lo que faltaba. Lo anterior se debe a la oportuna y visionada intervención de José González y Echeverría. Él se desempeñaba desde 1838 como apoderado legal y director de la empresa inglesa Compañía de Minas Zacatecano-Mexicana que explotaba las minas de Fresnillo.

En la exescuela, José González instaló oficinas y laboratorios. Se mantuvo en servicio hasta el año de 1864 cuando muere su principal promotor y contribuyente de la obra. A partir de esa fecha el majestuoso e impotente inmueble labró su desgracia. Son varios los escritores que anotan que al morir González Echeverría también murió la minería en Fresnillo y lo que había sido un plantel de primer nivel académico.

Renació en 1890 cuando se instala en la ex escuela de minas el Hospicio que llevaría el nombre del benefactor de Fresnillo, González Echeverría. El internado se mantenía su legado. El hospicio también institución ejemplar, atendía a niños hijos de mineros pobres, sin embargo, funcionó regularmente hasta 1904.

El movimiento revolucionario dejó su huella en el inmueble. Fue saqueado impunemente, vandalizado y destruido. Se le utilizó como cuartel militar, establo, plaza de toros, escondrijo de malvivientes, vecindad y albergue de la ciudad de los niños.

Un gobernador, Donato Moreno, lo puso a la venta en 8mil 500 pesos; el interesado era la empresa minera. Después en los setentas José Rodríguez Elías también le puso precio: 3 mil pesos. El cliente era el patronato de la Ciudad de los Niños. Ninguna intención prosperó.

Cuando era gobernador Pedro Ruíz González se pretendió utilizar el ruinoso edificio para instalar la facultad de Minas de la UAZ. Hasta se llevó a cabo una ceremonia especial en el vestíbulo, asistió como invitado de honor Antonio Dovalí Jaime, director de Pemex y nativo de Zacatecas. Las tradiciones trabas políticas impidieron el proyecto.

Finalmente se logró el rescate y restauración del ruinoso edificio. Lo anterior fue decisión de la señora Ana María Rojas de Pámanes como directora en la entidad del FONOPAZ.

Se rehabilitaron todos los espacios y se acondicionaron otros para albergue de la Ciudad de los Niños. El abandonado edificio finalmente se puso de pie y en septiembre de 1980, José Bonilla Robles, presidente municipal, lo recibe en emotiva ceremonia celebrada en el patio central.

Para ocupar espacios se pretendía mudar las oficinas de la presidencia municipal y otras federales, estatales y paraestatales. Juntando a todas no se ocuparía por completo el inmueble.

Se dispuso que el llamado “Ágora Fonapaz” se convirtiera en Centro Cultural y sede de salas museos de personajes fresnillenses. Se le agregaba el nombre de José González Echeverría. La palabra Ágora desde el principio común jamás se familiarizó.

Los primeros seis años de vida como Centro Cultural cumplió cabalmente su cometido. Su primer director fue Héctor Manuel Talavera y Gómez. En ese lapso, Talavera se convirtió en un incansable promotor de todo aquello que fuera cultura. Lo afirmo: el llevó el Centro Cultural a primeros planos a nivel nacional. De lo anterior los testimonios abundan. Inclusive ahí nació la UAF, nuestra alma máter.

El Ágora Fonapaz, así se bautizó, nació en septiembre de 1980 como institución promotora de cultura en la primera etapa de su vida fructífera. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de 32 años posteriores, cuando volvió a ser un hacinamiento de objetos y daños estructurales por todos lados. Se olvidaron totalmente de lo que significaba para la historia del mineral.

Fueron 37 años de historia de ese edificio como Ágora, evidentemente. En agosto del 2017 marcó el final del ciclo de vida del Ágora. A partir del 2017 nace el Museo “José González Echeverría”. Estamos seguros de que será otra historia. Se trabaja en ello. 

Imagen Zacatecas – Redacción