Colonia La Muñeca

Las ocurrencias, por no decir disparates, en este territorio, como seguramente en otros cercanos o distantes lugares, han sido un factor que ha influido para imponer cada nombrecito a las calles y plazas públicas, incluso en unidades habitacionales. Los ejemplos de lo que no debe hacerse aquí abundan. Citaré en esta ocasión uno de tantos. … Leer más

Las ocurrencias, por no decir disparates, en este territorio, como seguramente en otros cercanos o distantes lugares, han sido un factor que ha influido para imponer cada nombrecito a las calles y plazas públicas, incluso en unidades habitacionales. Los ejemplos de lo que no debe hacerse aquí abundan. Citaré en esta ocasión uno de tantos.

En los primeros años de la década de los setentas, luego de la creación del infonavit, se difundió, como era o es el estilo de los voceros del sistema: “la construcción en este mineral de una serie de casas habitación para trabajadores afiliados al instituto”. El clásico e inevitable discurso “Los trabajadores serán beneficiados con viviendas nuevas que se pagarán con las cuotas previamente deducibles del salario”.

Luego de las naturales reacciones, a favor y en contra, la obra se puso en marcha en las goteras de la ciudad al norte. Los límites urbanos en aquellos años era la desviación del tránsito pesado que pasaba por el cauce de un arroyo y que llevaba por nombre de calle Mariano Escobedo (Hombres Ilustres).

Para identificar la colonia se le dio un curioso nombre: “La Muñeca”. Este nombre, luego de la inauguración de la primera etapa, dio paso a infinidad de comentarios de diversa índole tanto de beneficiarios como de asistentes a la ceremonia. Con cierto sarcasmo aceptaban y rechazaban. Tomaban en cuenta las minúsculas dimensiones de las viviendas. Se escuchaba: “ Son casas para muñecas de juguete, no para personas”.

Fueron tiempos cuando el ingeniero Pedro Ruíz González, era el gobernador del estado y Carmelo Piña Estrada era el alcalde. Por cierto, en la entrega de las primeras casas (calle Patillos) estuvo presente Jesús Silva Herzog, director del infonavit.

A propósito, en nuestros apuntes citábamos observaciones para “vestir” las compactas casas. Era necesario la mudanza de los primeros beneficiados. Sin embargo, ninguno de ellos lo había hecho por la simple razón de que las casas eran muy pequeñas, no cabían sus muebles y además la colonia estaba en la orilla de la ciudad, en pleno monte.

Como nadie ocupaba las casitas, Carmelo Piña, que tenía comercios en los que vendía aparatos electrodomésticos y muebles, prestó de sus establecimientos todo tipo de mobiliario para equipar las viviendas. Algo complicado pues los reducidos accesos lo impedían.

Hubo necesidad de quitar ventanas y puertas. El equipamiento era urgente. Se requería de inmediato, ya que en la ceremonia de entrega las casitas deberían estar habitadas. Y surgió semejante ocurrencia. Creo que ahí nació el maquillaje urbano, muy de moda en nuestros tiempos.

Los reporteros que cubrimos el evento desde el preciso instante en que se informaba que la colonia se llamaría La Muñeca, nos opusimos. Nuestra actitud molestó a la oficialidad y comparsas. Después de tanta estira y afloja finalmente se aceptó la propuesta y se dispuso que la colonia llevaría el nombre de Francisco Goitia, artista plástico de reconocida trayectoria a nivel internacional y que jamás negó su origen. La Muñeca pasó al anecdotario.

Al rectificarse el error y aceptar a regañadientes el nuevo nombre, expusimos argumentos y fundamento para saber quién era Francisco Goitia. Luego se hicieron las modificaciones pertinentes en toda la papelería oficial del proyecto. Hasta los residentes de la obra modificaron sus actitudes.

Como afianzamiento de la propuesta se determinó que los nombres de calles y plazuelas de la unidad habitacional fueran los títulos de las obras pictóricas que le dieron renombre al pintor fresnillense. Se incluyen fechas de nacimiento y fallecimiento.

Conforme se ampliaba el proyecto se levantaron viviendas más espaciosas de uno o dos niveles. En una de sus últimas etapas se construye la escuela primaria. Más adelante en el local del Centro Social nació el jardín de niños, institución que construye sus propias instalaciones en terrenos colindantes de la colonia y la avenida Huicot.

Esta unidad en tiempos actuales se ha integrado a otras más de acuerdo a la descontrolada expansión urbana. A unos cuantos metros hacia el norte colinda con el Boulevard Jesús Varela Rico o la desviación del tránsito pesado.

La fisionomía urbana en la actualidad de la Unidad Habitacional Francisco Goitia es otra por las variantes en ampliación de viviendas y modificaciones de su estructura brindando de esa manera a sus habitantes, en su mayoría beneficiados directos del infonavit, más espacios de acuerdo al número de personas que las habitan.

Esta colonia por la desmedida ambición de políticos y pseudo líderes, desde su inevitable crecimiento urbano fue cercada literalmente por los apropiados abusivos de terrenos colindantes.

Lo anterior afectó a sus miles de habitantes al privárseles de un derecho inalienable: contar con espacios para la recreación de los niños y familias, así como de instalaciones deportivas y sociales. Para variar: en esta unidad prevalece una lacerante división por cuestiones políticas.

Imagen Zacatecas – Redacción




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