RÍO GRANDE.- Con una tradición de más de 50 años, el Taller de Talabartería Antonio Sandoval se ha mantenido vivo gracias a la calidad de sus artesanías y a la pasión que imprimen en cada trabajo. Desde hace décadas, el taller está ubicado en el corazón del Barrio Cantarranas, uno de los asentamientos más antiguos … Leer más
RÍO GRANDE.- Con una tradición de más de 50 años, el Taller de Talabartería Antonio Sandoval se ha mantenido vivo gracias a la calidad de sus artesanías y a la pasión que imprimen en cada trabajo.
Desde hace décadas, el taller está ubicado en el corazón del Barrio Cantarranas, uno de los asentamientos más antiguos en el municipio.
Fue aquí donde don Antonio Sandoval, junto con su familia,fundó una tradición con base en el trabajo artesanal sobre las pieles curtidas.
Actualmente es la familia Sandoval Román quien está al frente del taller.
Cruz Fernández, uno de los maestros artesanos que colaboran en este lugar desde hace más de 11 años, recuerda que desde pequeño le llamaron la atención las labores que se realizaban en el taller. Su inquietud lo llevó a conocer más sobre este trabajo para después poder participar en el proceso creativo.
Los trabajos que ahí se realizan son totalmente hechos a mano.
Aún guardan ese espíritu artesanal que en otros talleres y en otras partes del estado se ha perdido con la introducción de diferentes tipos de maquinaria y nuevas tecnologías.
Sellos distintivos, técnicas únicas, piezas patentadas y tejidos irrepetibles son algunas de las características de su trabajo.
Las pieles llegan desde Jalpa y Oaxaca, y son trabajadas en el taller: corte, cincelado, grabado y ensamblado.
El taller Antonio Sandoval, en honor a su fundador, ha destacado más allá de las fronteras por los sellos exclusivos y adornos únicos que ponen en cada trabajo.
En municipios como Sombrerete, Francisco R. Murguía, Juan Aldama y Miguel Auza, y en los estados de Durango y Chihuahua buscan sus trabajos.
Han sido reconocidos por clientes que mantienen desde hace décadas, mismos que han heredado esa tradición a sus hijos y nietos, quienes los siguen eligiendo por encima de otros talleres.
Cintos, chaparreras para el monte y sillas de montar de todo tipo han sido exportadas a Estados Unidos, país en donde han encontrado su principal mercado.
En las sillas, por ejemplo, la precisión, dedicación y talento se ven reflejados. Hay algunos diseños que pueden terminar en una semana; existen otras en las que demoran hasta un mes debido a los minuciosos detalles que piden sus clientes.
Aquí no han sido introducidas las prensas y cortadoras industriales que se utilizan en otras talleres, lo que hace de cada pieza un elemento único e irrepetible de calidad mundial.
Y aunque Río Grande no figure entre los municipios donde la talabartería es una actividad principal, el taller Antonio Sandoval ha escrito sobre piel el nombre de Río Grande y sus artesanos muy en alto.
Imagen Zacatecas – Alejandro Castañeda