Se llama civilidad

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Lo que debe entusiasmarnos a los mexicanos es que nos hemos puesto de acuerdo sobre cómo tratar el desacuerdo.

Hasta hace muy poco tiempo nadie imaginaría al presidente del Consejo Coordinador Empresarial haciendo acto de presencia el pasado domingo 27 de noviembre en el Zócalo de la Ciudad de México escuchando el mensaje de López Obrador, al igual que empresarios de la talla de Carlos Bremer que con su presencia, dan testimonio de que las mentalidades colectivas y sectoriales no son estacionarias.  Francisco Cervantes, del CCE, acudió sin temor a que su presencia suscitara la exigencia de destitución del Consejo que preside, de los otrora duros empresarios, siempre reacios a todo contacto con lo que encarna la #Cuarta transformación.

Pocos días ante de la marcha convocada por el Presidente, Carlos Slim dio cuenta de ese cambio de la mentalidad empresarial cuando responde a pregunte expresa que no se sumaría a la marcha porque su edad ya no lo permite, en otras circunstancias, se esperaría que dijera que no iba a la marcha por no comulgar con el motivo de la misma.

La mentalidad empresarial ha cambiado de manera notoria respecto a algunas cuestiones fundamentales: Una, la que se opuso durante largos años a los aumentos salariales por considerarlos automáticamente inflacionarios, otra, que los programas sociales destinados a apoyar a los pobres estimulan la pereza de los beneficiarios. Ahora saben que los incrementos al salario, los programas sociales y lo que envían a sus familias los mexicanos en el exterior han vigorizado la economía de un modo tal que el peso mexicano se mantiene con vigor inusitado frente al dólar.

El aprendizaje empresarial valora el acierto histórico de la soberanía energética cuando ven a las economías europeas sucumbir ante la dependencia creada por las privatizaciones irreflexivas. Los que votaron contra la reforma eléctrica vivirán para descubrir su ceguera.

El previsible fracaso del habilidoso y adinerado Claudio X como constructor estrella del polo opositor estriba en que no representa al sector mayoritario de dónde procede. La estrategia de sabotaje mediante amparos a la obra pública no pudo prosperar porque las grandes empresas son las que las hacen, trátese del Tren Maya o del AIFA, de la Refinería Olmeca en Dos Bocas, o el ferrocarril transoceánico, el enorme parque solar en Sonora o los grandes proyectos hidráulicos en la Laguna, Sinaloa Nayarit, Jalisco o Nuevo León.

Nosotros también cambiamos

La mentalidad de las fuerzas populares registra cambios significativos al coincidir en el mismo acto convocado por López Obrador con exponentes del sector empresarial, ninguna rechifla a la elogiosa mención del rico empresario Carlos Bremer, ninguna reivindicación “anti fifí” que ensombreciera el momento.

Los que antes nos opusimos militantemente al tratado de libre comercio hoy lo asimilamos como realidad irreversible. aún recuerdo el encuentro contra el TLC en la Universidad Autónoma de Zacatecas dónde se congregaron personalidades como el obispo Don Samuel Ruíz, Don Pablo González Casanova, Jorge Castañeda Cuauhtémoc Cárdenas y un todavía poco conocido Andrés Manuel López Obrador, entre muchos otros participantes en un evento paralelo al que en la misma ciudad celebraba el salinismo a favor de la integración subordinada.

Hoy entendemos que la relación con los Estados Unidos es un componente de nuestra política interior, que nos necesitan y los necesitamos y que el mundo evoluciona de la globalidad neoliberal a un nuevo orden conformado con bloques regionales que nos ubica como integrantes del conformado con nuestros dos vecinos al norte y, si prospera la posición mexicana, con los países del resto del continente.

La historia registra la existencia de dos grandes proyectos en permanente confrontación, uno que gravita en torno a élites y otro en torno a clases populares, con una clase media que se reparte entre uno y otro proyecto, así fue cuando la independencia, reforma y revolución mexicana, así es hoy con la #cuarta transformación.

Una singularidad que debemos valorar: Hoy no es a balazos como nos enfrentamos los mexicanos, es con votos, ideas, argumentos.

Pueblo libre y aprendiendo

Lo que debe entusiasmarnos a los mexicanos es que nos hemos puesto de acuerdo sobre cómo tratar el desacuerdo. Todos defendemos para todos la libertad de expresión, todos defendemos el que todos paguemos impuestos y todos coincidimos en que el estado de derecho debe ser realidad y no solo discurso, entendimos que la unanimidad no existe y que lo que ahora es acertado mañana puede ser contraproducente.

Las calles y plazas no son para exclusividades políticas, lo mismo están para que se manifiesten los de Pro-vida que el feminismo radical, los convocados por élites clericales, empresariales y políticas y los que responden al llamado progresista, los medios de comunicación deciden en plena libertad su línea editorial y los ciudadanos aprenden a cuestionar de frente a la autoridad en todos los niveles sin exponerse a represalias.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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