Ocultar la corrupción es esconderla

Ya nadie pone en duda que la corrupción se convirtió en el problema más grande de los mexicanos y que la inseguridad, la pobreza, la desigualdad y la insuficiencia de los servicios públicos son consecuencias de ese mal original, pero reconocer el problema no significa atenderlo para las clases políticas que gobiernan estados y municipios, … Leer más

Ya nadie pone en duda que la corrupción se convirtió en el problema más grande de los mexicanos y que la inseguridad, la pobreza, la desigualdad y la insuficiencia de los servicios públicos son consecuencias de ese mal original, pero reconocer el problema no significa atenderlo para las clases políticas que gobiernan estados y municipios, Zacatecas constituye un acabado ejemplo.

El último del año se produjo una masacre de reos en el Penal de Cieneguillas un día después de que hubo una más de esas revisiones por “encimita” en la que nunca se percataron que un capo grande apodado el “400” disponía para su uso exclusivo de tres celdas intercomunicadas amuebladas para su confort desde dónde hacía sentir su peso mediante la operación de otro preso conocido como “Tío garras”.

La droga circula en un penal dónde la constitucionalmente mandatada reinserción social ofrece ocupación a no más de 130 de los hasta ese día 1080 mediante los talleres de carpintería y artesanía, labores de mantenimiento del centro penitenciario y alguno que otro habilitado como alfabetizador y la actividad deportiva no tiene asignado un peso para la compra de un balón.

La falsa solución ofrecida por el gobierno del estado refleja que nada se hará para cambiar eliminar la corrupción carcelaria al partir de la conveniente premisa de la “peligrosidad” de los reos como la causa que impone el también rutinario traslado a otras prisiones de los “peligrosos”.

El diagnóstico es equivocado y por consiguiente también la medicina, la peligrosidad es efecto de la corrupción en la cárcel que da a los asesinos “herramientas de trabajo”, tiempo en abundancia y droga para “animarse”. Los circuitos de la corrupción son ocultados a los ciudadanos para evitar la presión social para combatir en verdad la cloaca referida, si se hubiera hecho un “tour” por las celdas del “400” con los reporteros estaríamos ante una política verdaderamente comprometida con erradicar la corrupción deshaciendo la cadena de complicidades mediante sendos procesos en dónde muchos saldrían salpicados, pero se opta por el sigilo, traslados, destitución del director y el anuncio rutinario de “suspendidos para investigación” como fórmula repetidamente fallida para fingir que se atiende el problema.

Cuando un gobierno oculta la corrupción que le consta es porque decidió ser cómplice de la misma, en caso contrario la transparenta para poner de su lado a los gobernados que son objeto de bombardeos de información manipulada de parte de los núcleos de corrupción cada vez que se sienten amenazados.

Opacidad programada

El ocultamiento de la corrupción de ligas mayores es mediante la estrategia de programar la persecución de “minucias”, una revisión de las “observaciones” de contralorías y órganos auditores nos da abundante información de procedimientos abiertos por faltas administrativas y anomalías de poca monta que sirven de “tapadera” de riqueza de corruptos locales invertida en departamentos, terrenos de gran plusvalía, franquicias y cuentas bancarias de cuya existencia nos enteramos por cauces extra-institucionales cuando no hay compromiso de los gobernantes en eliminar esferas podridas de la vida pública .

La corrupción en la obra pública “se hizo viral” con la generalización de las licitaciones como fórmula para asignar contrato a empresa determinada simulando bases objetivas, convirtiendo en botín de unos cuantos lo destinado a obra pública en función de “moches”, parentesco, pago de facturas electorales. Se pusieron de moda los constructores que registran varias empresas, funcionarios que crean empresas mediante prestanombres y demás fórmulas para robar a manos llenas.

Esperanza

Abona la esperanza el nuevo contexto nacional determinado por la evolución de la tecnología aplicada a la fiscalización y la no menos importante adecuación de las leyes en la materia que reducen grandemente el margen para la impunidad, siendo de particular trascendencia el hecho de que por primera vez en la historia de México la Unidad de Inteligencia Financiera adscrita a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se ocupa de perseguir peces gordos al igual que la Fiscalía General de la República que tampoco se deja distraer con los ilícitos menores dejando impune a los “de mero arriba”.

Lo que nos une

Empero, la esperanza mayor reside en que la ciudadanía zacatecana ha tomado conciencia de que el problema del que se derivan todos sus problemas es la corrupción, de allí provendrá la verdadera solución.
Podemos estar en desacuerdo en muchos temas, podemos ser de izquierda o de derecha, analfabetas o letrados, pobres o ricos, pero compartimos una convicción: La corrupción debe acabar.

Nos encontramos el jueves en Recreo.




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