Democracia o basurero de la historia

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Si se tratara de describir el efecto de muchas de las “reformas políticas” concebidas durante el Salinato la palabra clave es “auto-empleo ilustrado” puesto que de allí saltaron muchos de la academia a la burocracia dorada expandida mediante la creación de organismos en el rediseño del aparato burocrático, todo ello en nombre de una modernidad … Leer más

Si se tratara de describir el efecto de muchas de las “reformas políticas” concebidas durante el Salinato la palabra clave es “auto-empleo ilustrado” puesto que de allí saltaron muchos de la academia a la burocracia dorada expandida mediante la creación de organismos en el rediseño del aparato burocrático, todo ello en nombre de una modernidad democrática que nunca llegó por una sencilla razón: desde que se fundó, desde la cima del poder político, el Partido Nacional Revolucionario en 1929, la derrota o la victoria electoral es por cuenta de gobiernos, no de partidos, dónde los recursos humanos, materiales y dinero públicos, se pone al servicio de una parte en contra de otra parte de la ciudadanía en contienda electoral.

Vicente Fox, quizás escogido por sus limitaciones, nunca entendió que la democratización que ofreció exigía un primer paso que nunca se atrevió a dar: la separación del gobierno del partido en el gobierno, por eso fue fácil derrotarlo hasta por Felipe Calderón cuando este se le impuso como candidato.

Cuando el panismo convocó, durante las elecciones intermedias de Fox, a “quitarle el freno al cambio” nunca entendió que eso no sucedería porque se negó a ser distinto, no clientelar, no saqueador de recursos públicos en pos de triunfos electorales, sin reparar en el detalle que el PRI, conservó el dominio del territorio reteniendo gubernaturas y presidencias municipales en porcentaje abrumador, lo que solo intensificó la competencia por haber quién ofrecía más despensas y “cerdos, cochinos, puercos y marranos” por anticipado, y por haber quien ofrecía más contratos de obra pública, de compras, de cargos públicos y plazas laborales, en caso de que “la votación me favorezca”, dando curso a una etapa de la política en la cual además de sueldazos para los de arriba como nunca hasta entonces el robar y hacer negocios desde el aparato público se normalizó.

Oportunidad perdida

El PRD cometió el mismo error en las transiciones locales que encabezó. En Zacatecas el gobernante en turno convocaba a reuniones de “gabinete ampliado” para repartir responsabilidades territoriales con los correspondientes recursos, a lo que el PRI respondió recuperando el estado asignándole al gobernador de Coahuila la tarea, estableciendo el récord aún imbatido de costo informal del voto y generando episodios como cuando en la Colonia los Geranios fue pillado un grupito con mucho dinero en efectivo a las órdenes de un alto funcionario del gobierno de Moreira.

López Obrador vive situación semejante, de los 32 estados de la República solo 6 de los mismos están gobernados por la coalición que lo llevó al triunfo y además de los 26 en manos adversarias la inmensa mayoría de las presidencias municipales están bajo control de sus adversarios.

El presidente no cometerá el gravísimo error de avalar la continuación de que los gobiernos sean los que ganen y pierdan las elecciones reduciendo a los partidos a la penosa condición de instrumentos lo que le impone la tarea de gobernar con el ejemplo al dejar claramente establecida la separación entre partido y gobierno aunque los políticos mexicanos de todos colores y sabores piensen que es solo una apariencia y que el terminará por “cargar los dados”, anulando su propia intención de los cambios legislativos que le dan dientes a la persecución de los delitos electorales.

¿Entenderán?

Es apenas el comienzo, por eso se entiende que esto no lo perciban ni siquiera los que “embarran” al presidente al hacerse promoción afirmando que “hay acuerdo”, lesionando a la figura presidencial al presentarla como fuente de consignas, dedazos y maniobras que en el pasado eran normales, el presidente podrá dejar en claro, llegado el momento (como ya lo hizo en Puebla) que quienes afirmen eso mienten.

Cambio verdadero

Si antes se cambiaba la ley sin cambiar la realidad, López Obrador ha cambiado la realidad sin cambiar la ley. El combate a la corrupción, la prohibición de “bajar recursos” la reducción de los sueldazos de la élite, la eliminación del papel intermediario de organizaciones en los programas sociales y el ejercicio informativo permanente, junto con los avances tecnológicos en el renglón de vigilancia financiera y en crecimiento de las redes se combina para producir la reforma política más profunda y democrática desde que Reyes Heroles y Martínez Verdugo cristalizaron la suya ¿Sus 6 gobernadores y sus numerosos presidentes municipales que llegaron bajo su poderoso influjo estarán a la altura de las miras presidenciales?

Los que ven con ojos del pasado al presente político no saben advertir que lo que hace 2 años era verdad ahora es mentira, que lo que ayer se valía ya no se vale, que lo que ayer convencía ya no convence.

El proceso de cambio es verdadero.

Nos encontramos el jueves en Recreo.




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