Apariencia y realidad

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El gobernador zacatecano Alejandro Tello es regular para tirar la piedra y muy malo para esconder la mano; su línea de conducta política es la tradicional: dice una cosa y hace exactamente lo contrario, con la diferencia respecto a sus antecesores que el mismo se delata como lo hace en la entrevista concedida a un … Leer más

El gobernador zacatecano Alejandro Tello es regular para tirar la piedra y muy malo para esconder la mano; su línea de conducta política es la tradicional: dice una cosa y hace exactamente lo contrario, con la diferencia respecto a sus antecesores que el mismo se delata como lo hace en la entrevista concedida a un medio estatal dónde al mismo tiempo que jura que se mantendrá respetuoso del proceso electoral expresa su deseo de que vayan en alianza MC, PAN, PRD Y PRI, con cuyos dirigentes ha mantenido comunicación en auspicio a ese “deseo”. Lejos está de comprender su responsabilidad de preservar el orden y la limpieza en la contienda que se avecina, pero no solamente le queda grande la conducción institucional que le corresponde, también luce impotente para ser eficaz cabeza de facción ante la creciente pérdida de cohesión en el PRI, partido que hacía gala de disciplina en otros tiempos para diferenciarse de la izquierda y su acostumbrada conflictiva interna.

El desenlace de las elecciones locales es impredecible. Es notorio el hartazgo ciudadano con la corrupción sistémica, hartazgo enfrentado al menú de aspirantes portadores del continuismo,  distante de la estrategia contra la corrupción que hoy dirige la vida de la República; estrategia  que acaba de dar mostrar enorme respaldo social con la exitosa recolección de firmas ciudadanas para enjuiciar a los ex presidentes sin que la clase política moviera un dedo, aun buena parte de los que se ostentan de la #Cuarta Transformación.

El continuismo tiene “Plan A” Plan B” “C,” “D”, por lo menos. Unos suspiran por el dedazo local otros por el federal, por eso no articulan propuestas concretas y sus porristas no divulgan méritos concretos de su respectivo andar por el servicio público, solo lugares comunes.

 

   Gallos del continuismo

El “Plan A” del continuismo:  Adolfo Bonilla renuncia anticipadamente a reflectores inherentes  al  cargo, se explica en mi opinión, por la urgencia de compensar la incapacidad de liderazgo cohesivo del gobernador y, que el candidato deberá de resolver pactando, tendiendo puentes y restaurando heridas entre políticos alterados por la sensación del “ahora o nunca”, después vendrá el tortuoso proceso de compartir plurinominales con los que Tello desea ver junto al PRI. La debilidad de esta fuerza no requiere de mayor análisis cuando la proclama el propio gobernador a ocho columnas.

El “Plan B” del continuismo: David Monreal, enfrenta las consecuencias de decisiones políticas que le complican aún más el panorama; Beto Anaya, el líder del PT le hizo saber cuándo accedió a recibirlo a instancias del diputado Femat, que no era opción para el PT al que dejó de súbito para contender por Morena cuando éste perdió temporalmente el registro en las elecciones de 2015 después de que durante los cuatro años anteriores el PT arropó sus esfuerzos por la candidatura. De ese modo, en el actual momento político, el “Plan B” resiente los efectos de jugar  contra Morena  en las elecciones de 2015  para obtener el registro definitivo y después dejar colgados de la brocha a sus aliados para jugar como externo por Morena; su hermano Ricardo no puede ser puente  con Anaya dado el antecedente de que accede a una diputación federal para antes de tomar protesta asumir la coordinación de Movimiento Ciudadano a instancias de Dante Delgado. La expectativa de que el Partido Verde participe como aliado de Morena es muy endeble, la contundencia del rechazo de la militancia  eliminó el tema del debate y si alguien lo revive el rechazo resonará con más fuerza.

El mal hábito de no distinguir ente apariencia y realidad motiva que en política no haya sorpresas, sino sorprendidos.

    La agenda nacional

Vivimos un momento caracterizado por el predomino abrumador de la agenda nacional sobre las agendas locales; la atención colectiva está pendiente del conjunto de procesos de cambio y del conjunto de procesos de resistencia al cambio. La tensión entre lo viejo y lo nuevo tendrá su reflejo en cada estado, distrito y municipio y un gran porcentaje de los que emitirán el voto lo harán motivados por su identificación con las transformaciones o por su oposición a las mismas; lo malo es que nuestra clase política local con el gobernador al frente, nos anota en la resistencia al cambio por omisión o por acción, tal circunstancia nos empuja más al inmovilismo, al atraso en todos los órdenes

Cada estado tiene particularidades, las clases políticas locales son de distinto nivel de profesionalismo, Zacatecas ha tenido buenas épocas, pero tenemos dos décadas padeciendo  “chapulinismo”  sin programa, ni principios que hace de la incondicionalidad real o fingida la llave a empleos y candidaturas.

El cambio también debe aterrizar en Zacatecas.




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