De Villanueva se dice que…

Carlos López Gámez.
Carlos López Gámez.

Cada vez que los escritores independientes editan sus obras, aparte de la invaluable  aportación que hacen para arraigar a los lugareños a sus tierras, contribuyen en un porcentaje sumamente importante a mantener vivas las tradiciones, leyendas, historia, usos y costumbres en los pueblos donde se originan y conservan. Son relatos que aún prevalecen y que … Leer más

Cada vez que los escritores independientes editan sus obras, aparte de la invaluable  aportación que hacen para arraigar a los lugareños a sus tierras, contribuyen en un porcentaje sumamente importante a mantener vivas las tradiciones, leyendas, historia, usos y costumbres en los pueblos donde se originan y conservan.

Son relatos que aún prevalecen y que los mayores de edad se encargan de mantenerlos en vigencia aún en tiempos de la creciente e irrefrenable globalización.

Para rescatar las narrativas originarias de los lugares donde nacieron es necesaria la presencia del escritor libre de ataduras y de compromisos con el absorbente sistema.

El sistema  tan solo capitaliza y maquilla incluso magnifica lo que le conviene. Se pierde en el torrente de lisonjas que obtiene a cambio de los exorbitantes emolumentos para editar lo que satisface su gula mental.

Pues bien…Hace unas cuantas semanas conocimos el manuscrito proyecto de don Lorenzo Rivas Valle, lo titula: “De Villanueva se dice que…”.

Desde el principio me llamó la atención a sabiendas de la manera que el autor escribe. El siempre escucha a quien entrevista, después analiza y reflexiona sobre la forma en que ordenará sus temas y particularmente  lo que transmitirá al lector.

Sus emociones se sienten en cada línea. Al describir lo que el escucha nos traslada hasta el mismo sitio donde se origina el suceso.

Es el producto de una amena conversación con lugareños. La lectura nos involucra en el tema y con ello comprendemos que para comunicarse con los demás debemos situarnos en el mismísimo lugar  donde el evento posiblemente ocurrió.

Lorenzo Rivas, autor de la obra nos invita a su proyecto con el prólogo, sin merecerlo acepto la distinción y dejamos nuestro pensamiento en la edición. Integra de igual manera una presentación del escritor e historiador Bernardo del Hoyo Calzada.

El contenido es una compilación de diversos temas, todos ellos alusivos a Villanueva, Zacatecas, la tierra de sus ancestros.

En sus páginas podemos leer con la mayor tranquilidad, sin prisas, temas bien seleccionados en este caso. Nos habla de cómo son los villanoveses, por ejemplo, de los Cuadrados de Villanueva y de ¿Villanueva qué?… Enseguida aparecen las imprescindibles anécdotas. No descuida los piropos ni lo que se oía en el templo y la aventura en el cine.

Más adelante cambias de página y aparecen: Los Refranes y Versos propios de la comunidad. Los cantos, la presencia de gitanos y algo de historia. El Río que se llevó la Historia de Villanueva, el Cristero de 15 años, Los Muertos se quieren salir ya “hieden”, el Héroe Olvidado, la Diosa Rechazada, Los Chistes Villanoveses, La Canija Lagartija, Judas Iscariote, El Vendedor, Las Sandalias, los Bosques de Viena, La Gordita de Morado, Los Truenos, Judío, En el Año del Hambre; son otros temas.

Rivas Valle ya encarrilado sigue relatando sus andanzas como investigador y rescata cuentos que son una tradición centenaria en la comuna. Entre ellos La Calle de los Locos, El Estudiantorum, La Leñadora y el Lobo, El Dulcero Especial, Tradición Epistolar, Las Pastorelas, Las fiestas Patrias en 1890, entre otras más.

En el género de leyendas narra una excelente plática con uno de sus antecesores quien le relata la “Verdadera Historia de Chicomoztoc”. Estamos seguros que le interesará por la manera en que la reproduce.

Cierra su contenido con los Comentarios a la Crónica, Las Nalgas del Líder y La Quemada, ciudad Encantada.

En la portada se inserta una fotografía del jardín principal de Villanueva con sus habitantes en un día de fiesta vistiendo sus galas de la época. Al fondo sobresale el Templo donde se venera la imagen de San Judas Tadeo, patrono del pueblo.

El autor en la pestaña de la portada principal  se describe con estas palabras:

“Soy un escribidor que borronea innumerables páginas, ávido de dibujar con mis narraciones, el mundo como lo veo, como lo imagino. Escribo pensando en los demás”.

“Mi mundo amable, que hasta un hecho triste o aburrido, trato de describirlo con humor y sarcasmo.”

“En este libro trato algo de historia de la que soy apasionado, y me conduzco con la verdad”.

Pero en los demás temas, me doy rienda suelta, un chiste lo convierto en cuento y este en anécdota y esta en una leyenda. Todo es un círculo. Siempre tratando de hacer pasar un rato ameno  al lector, sin groserías, con respeto.

Aparte de la historia todo lo aquí visto, oído y narrado, es en un 80% real, un 1% adorno y un 10% humor. Y hasta devela muchas costumbres villanoveses.

Dedica su obra a su esposa Silvia, a sus hijos Fabiola, Lorenzo, Marco Arturo y Silvia.

En el Club Amigos de Fresnillo su obra está presente.




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